El programa de entretención que cada tarde de semana emite la señal pública con Claudia Conserva y José Miguel Viñuela en la conducción está lejos de ser un espacio digno ni para el público familiar que a las 18:30 horas acude a la compañía de TVN ni para la misión que alumbra el camino de ese canal.
En "Más que 2", un programa que supuestamente realizó una larga marcha blanca en busca de contenidos atractivos y de una fórmula que acomodara a dos rostros contratados por la estatal en un período en que necesitaba reafirmar su poder en la industria -se había ido Rafael Araneda a CHV, Mega se llevaba a Katherine Salosny y Karen Doggenweiler daba un paso al lado para seguir a su esposo político-. Pero de ese supuesto proceso creativo previo a la emisión no surgió nada, absolutamente nada nuevo en contenidos de televisión.
Al inicio del programa que tiene como productor ejecutivo a un ex "Buenos días a todos" -Gustavo Careaga-, una de las figuras centrales era el Chacal de la Trompeta, y los noteros despachaban desde páramos tan sobreexpuestos como la Estación Central. Se invitaban famosos a hablar de temas generalmente de pareja, tal como hace una década "Buenos días todos" instauró.
Hoy ya no está el Chacal, pero hay cuadros musicales con pequeñas celebridades que se disfrazan y realizan mímicas en vivo, mientras siguen llegando actores ya casi estables, como Claudia Pérez y Rodrigo Muñoz, para hablar una y otra vez sobre la conquista, la fidelidad y la separación.
Las innovaciones, hablando con generosidad, son unos rankings que la periodista Conty Ganem elabora a partir de temas de pareja -qué insistencia-, como los tipos, expresiones y hábitos de hombres y mujeres que más odia el sexo opuesto, y que luego son seguidas por dramatizaciones con que un par de actores estables trata de transmutar el sexismo en humor. Otra nueva propuesta, hablando con ironía esta vez, es un segmento copiado del formato internacional "Undercover boss", donde visitan una empresa y ponen al jefe disfrazado a trabajar como un obrero más.
También hay intentos de generar humanidad, con casos de enfermedades reporteados en terreno y entrevista en estudio, y esfuerzo por lograr intimidad, como invitar a celebridades a tomar el té, y en ese casi se despliega una mesa donde las tazas, el pan y la palta se confunden con el relato de anécdotas que personajes como Luis Jara han compartido en TV más de una vez.
El público al que ellos dirigen el programa, supuestamente tiene habilidades para participar en concursos telefónicos en los que se le pregunta "si la empanada de pino lleva queso". Y quienes están detrás y delante de la pantalla, supuestamente tienen el criterio para dedicar un programa a los 100 años de Nicanor Parra, decretando "él no le hablaba al amor ni al desamor, sino que a los objetos", y para invitar al público a que "como a él le gustaban los artefactos, mande usted fotos de sus artefactos, de esos que se enchufan y de los que usan pilas".
Claramente, todo bajo el estándar mínimo de creatividad, liderazgo y bagaje cultural que uno les pide a los profesionales de Televisión Nacional.