Las fantasmagorías abstractas, viscerales, de Federico Assler —Galería AMS Marlborough— se materializan, pequeñas, en hormigón y sobre todo, grandes, en novedoso poliuretano expandido. De esa manera, la mezcla comp? uesta por piedras chicas y mortero de cemento con arena define, en menores dimensiones, sus volúmenes característicos de cuerpo entero. Son, pues, superficies sensuales de salientes protuberancias redondeadas, globosas que se reiteran en filas verticales, conformando una especie de columna fundamental. En alguna medida evocan corporeidades femeninas. Por su parte, el poliuretano dispuesto a través de la técnica genuina de positivo y negativo genera amplios, elegantes relieves escultóricos. Establecen un contrapunto armonioso entre superficies tersas, suaves, de sutiles ondulaciones y pequeñas unidades que alternan entrantes o salientes, formando cordones de curvas líneas horizontales, de arriba a abajo. Como si estas resultaran un tejido que cubre una no figurativa piel humana. Al mismo tiempo, podríamos interpretar aquellos cordones cual arrugas, agrietamientos y desgastes geológicos sufridos por una gran roca. Un dejo surrealista se desprende de accidentes semejantes; aunque lejano, quizá sentimos el eco inevitable de los paisajes de Max Ernst. Destaquemos dentro de este sector los dos dípticos majestuosos: N° 35 y 32, sumamente aptos para integrarse con arquitecturas. Asimismo, el contraste de superficies presenta una segunda variedad: apretadas unidades cúbicas que operan con una tensión más agresiva.
En la actual oportunidad, también Assler nos propone trabajos gráficos bastante cercanos a la pintura. Se trata de numerosas obras de dimensiones menores, casi siempre en blanco y negrísima arena volcánica —¡feliz descubrimiento!—, que suelen recurrir a polvillo muy oscuro, a algún rojo o al color natural del soporte de madera. De variado repertorio iconográfico, conducen su abstracción por intermedio de trazos netos, enérgicos. Entre ellos, si llama la atención la sencillez recia de los números 41 y 42, sobre cartón gris y blanco, el N° 35 aporta una visceralidad discreta.
Edwards, Covarrubias y Rivera Scott
Carlos Edwards expone en Galería Isabel Aninat. Sus esculturas en piedra continúan la vieja tradición abstracta, a través de poderosas formas volumétricas que, simultáneas, se abren y se recogen sobre sí mismas, en movimiento constante, en diálogo con el vacío. Bien trabajadas, logran una apariencia dúctil, atributo paradójico, tratándose del duro material utilizado. En las nueve realizaciones expuestas se unifican desde superficies perfectamente pulidas hasta las que mantienen las asperezas propias del material en bruto, pasando por los mayoritarios estados intermedios de pulimiento. Encontramos, además, las coloraciones pétreas propias del intermediario: ocre, grises oscuros y claros. Acompañantes muy adecuados son los plintos elegidos, troncos de madera a medias desbastados.
En el mismo local de Vitacura, María Elena Covarrubias nos entrega, en técnica mixta, collages circulares o que admiten el mismo movimiento rotatorio como derivación suya. Así, no poco tienen de remolinos acuáticos que unas veces generan contrarremolinos, mientras otras se limitan a dejar una breve cola. Probablemente preferimos los primeros y su solo contorno retorno. La factura misma de los collages comprende unidades pequeñas ya pintadas, ya provistas de fragmentos de texto manuscrito, siempre cuadrados o rectangulares. En cierta medida, la fisonomía de estas obras de coloraciones bien equilibradas hace pensar en los papeles de Vió, aunque aquí resultan del todo planos y mucho más pictóricos que gráficos.
Hugo Rivera Scott acaba de exhibir dibujos, pinturas —dos murales— y un video sobre aquellos, mostrados en Galería D21. Productos de distintos años, conforman laberintos lineales de ángulos rectos que parecen prolongar su energía más allá del enmarque. Limpias, pulcras, estas abstracciones geométricas ostentan una simplicidad dinámica, capaz de impresionar al espectador. El interesante video ofrece su desarrollo constructivo y el retroceso respectivo.