Tengo a la vista dos interesantes novelas, bastante breves, que a pesar de sus notorias diferencias de arquitectura, temática y tratamiento del contexto histórico-social, exhiben según mi parecer un indudable propósito común: sacar a luz las razones que explicarían nuestras identidades ocultas o nuestros modos actuales de comportarnos: Fuera del colegio! Una señal de traetormentas , de Fabio Salas Zúñiga, y Desafinan con el frío , de Rodrigo Hidalgo.
La novela de Fabio Salas -que más parece un cuento de larga extensión- es un buen ejemplo de la manera como los autores pertenecientes a las generaciones más jóvenes, es decir, aquellas que vivieron su infancia o su juventud durante el periodo histórico que cubrió el gobierno militar de Augusto Pinochet, tienden a representar dicha época como una impuesta manera de ser en la vida, una atmósfera o una condición histórica cuya mención en el discurso narrativo es indispensable para comprender los desconciertos y las insatisfacciones; las limitaciones, las angustias, las apatías o las desorientaciones de los personajes. Gracias a un discurso rememorativo, Fab, el narrador de Fuera del colegio! , retrocede cuatro décadas para relatarnos unos cuantos episodios ocurridos en 1978, año en que egresó del Instituto Nacional. Fab era un muchacho delgado, de pocos amigos y lleno de tics nerviosos. Se definía a sí mismo como socialista y era, además, fanático del rock en una época en que estaba de moda la onda disco. La visión adolescente e ingenua del mundo que proyectaba en ese entonces lo situaba como un muchacho marginal, insatisfecho, ubicado fuera de la izquierda y de la derecha. Tildaba a la mayoría de sus compañeros de pinochetistas llenos de arribismo, al mismo tiempo que descubría la pobreza intelectual de sus condiscípulos de izquierda, manifestada en lo que denomina raquítica pseudocultura. Viviendo en un momento histórico alterado, donde lo anormal se había convertido en normalidad, Fab buscaba con desesperación una felicidad que sentía inalcanzable porque, como él mismo escribe: "El golpe militar de 1973 sencillamente me había condicionado psíquicamente para el sufrimiento y todas mis crisis venían de allí".
El discurso de Desafinan con el frío está puesto en boca de una voz omnisciente que utiliza la narración cinematográfica de carácter radial para indagar también las razones de por qué somos actualmente como somos. Pero a diferencia de la novela anterior, el referente histórico-político se manifiesta de manera oblicua solo como posible explicación del comportamiento de personajes de clases sociales más bajas. El carácter violento del obrero Bernardo, por ejemplo, es favorecido por las condiciones de miseria que vive desde su llegada a Santiago en tiempos de la Unidad Popular y del golpe militar; la vida de la prostituta Amanda se enmarca entre dos muertes que pudieron suceder a manos de los militares. Pero ambos episodios quedan a nivel de insinuaciones. Este referente histórico distanciado desaparece por completo cuando el narrador relata el destino de las figuras identificadas con la clase media. Sus conductas parecieran responder a la misteriosa causalidad divina que uno de los personajes descubre en el momento de su muerte: "Es raro cómo, Señor, juegas tus naipes, cómo dispones tus acordes".
Un acontecimiento azaroso ocurrido a fines del siglo pasado desencadena el relato de tres historias paralelas que se remontan hacia 1970: la de los hermanos Gonzalo y Lukas, hijos de Salvador y Margarita; la de la prostituta Amanda y la del obrero Bernardo. El poder del azar hace que el narrador desatienda la cronología de los acontecimientos para resaltar la armonía de lo fortuito, demostrada no solo por determinados episodios, sino también por la inserción de algunos personajes en las historias de los otros: Gonzalo participa de manera secundaria en la historia de Amanda, y Lukas convive durante un tiempo con Bernardo. Pero en ambos casos, la presencia de los primeros colabora decisivamente para reorientar el destino de los segundos.