Accidentado el trompetista Marek Zvolánek, que ofrecería sendos Conciertos de Vivaldi y Telemann, la presentación de la Cappella Istropolitana de Bratislava, el lunes, en la Temporada "Fernando Rosas" de la Fundación Beethoven, quedó con un programa demasiado similar en sus obras para orquesta de cuerdas de Janacek, Grieg y Tchaikovsky. Este era el comienzo de su gira sudamericana, con dos propuestas; en Chile se desechó la que contenía una obra de Shostakovich, que sí tocaban hoy en Buenos Aires.
El concierto comenzó con la Suite para cuerdas (1877) que el checo Leos Janacek compuso a los 23. Estructurada en seis movimientos, la Istropolitana, con un sonido recio, con muy poco vibrato, dio cuenta de la inventiva melódica y rítmica de esta suite que bebe del folclor bohemio y en la que destacaron el Adagio del segundo número y el energético Presto , del cuarto.
En reemplazo de los Conciertos para trompeta se eligió el Concierto para dos violines en Re Menor de Bach, con el concertino Robert Marecek y Rudolf Patrnciak. Esta es una pieza siempre exquisita de escuchar, pero la opción de tocar casi sin vibrato pasó la cuenta sobre todo en la afinación, aun la de los solistas.
Siguió la Suite "De los tiempos de Holberg" (1884), subtitulada "En estilo antiguo", que Edvard Grieg compuso en uno de los primeros ejercicios de neoclasicismo. La Istropolitana capta bien la idea de utilizar formas y estilos del siglo XVIII y su entrega fue más que correcta. El Air mostró, entre muchas otras cosas, que Astor Piazzolla conocía esta música, e hizo pensar cómo se escucharía esta orquesta tocando al compositor argentino. Deseo cumplido: después de un bien servido "Souvenir de Florence" (1870), de Tchaikovsky, la Istropolitana ofreció como encore un arreglo de "Libertango" (1974). Aquí pareció que su sonido rudo se encontraba con la deseable "roña" que prescribía Piazzolla para sus tangos: la interpretación energizó a un público que agradeció con entusiasmo.