Hay parlamentarios que retornaron a la Inquisición, algunos con piel de progresistas. Se arrogan el derecho de tomar decisiones que nos pertenecen y nos quitan libertades. Podrían llegar a imponer un corte de pelo único, como Kim Jong-un en Corea del Norte: tendríamos que escoger entre los peinados de los senadores Girardi, Chahuán y Rossi, de la comisión de Salud del Senado. Muestran prepotencia y paternalismo para entrometerse sin límites en la vida de los ciudadanos. En su intolerancia al tabaco superan a Hitler y Stalin. A ambos les repugnaban los fumadores, no solo el humo de Churchill y Roosevelt.
La delirante tabacofobia tiene precedentes. La ley 20.660 ya prohíbe "la aparición de personas fumando en programas transmitidos por... RADIO". Antes pretendieron censurar el cine, teatro, óperas, musicales y artes visuales en que apareciera tabaco. Pero lograron prohibir fumar en los estadios y en recintos especiales de restaurantes.
Esta semana, la comisión de Salud del Senado, entre otras insensateces, aprobó prohibir "la fabricación y venta de dulces, golosinas, juguetes o cualquier otro artículo que asemeje o tenga forma de pipa, cigarrillo u otro producto de tabaco". Y, por ende, prohibidos los cuchuflíes, los barquillos, la tiza tubular y otros productos de forma similar. Lo propuso la ministra Molina, que se declaró gemela del ministro Mañalich en esta materia.
También buscan impedir fumar en parques y plazas, hasta en el desierto, pues se prohibirá fumar "en las áreas silvestres protegidas del Estado".
Siguiendo al líder coreano, pretenden imponer una cajetilla única, y sin rotular el contenido de nicotina. En cambio obligan a rotular los contenidos de grasa y azúcar.
En otra aberración, promueven los tabacos más nocivos, pues prohíben que se declaren sus características "en cualquier idioma o dialecto", en términos que distingan un tabaco menos nocivo que otro.
Están a un paso de prohibir los saleros en los restaurantes y autorizar a los inspectores para entrar a los dormitorios. Ya podrían fiscalizar en nuestros garajes, patios y jardines la prohibición de fumar en vehículos privados, incluidas las bicicletas.
Sospechoso es el interés de parlamentarios tabacofóbicos por flexibilizar el consumo de la marihuana, de comprobados daños cognitivos, antesala de drogas en extremo malignas y en ascendente consumo por la juventud chilena, lo que no ocurre con el tabaco.
Felices deben estar con esta legislación los narcotraficantes, contrabandistas, las tabacaleras que fabrican en el exterior y los agricultores y trabajadores extranjeros. Ello serán ganadores. Agricultores y trabajadores chilenos quedarán cesantes. Indignados estamos los que esperamos parlamentarios respetuosos de las libertades y derechos personales, sensatos y conectados con las prioridades de la ciudadanía, que sufre otras urgencias en la sanidad pública.