El paso del tiempo no solo pone en perspectiva las cosas, a veces las transforma por completo. Lo que hoy es alabado sin reservas, mañana puede ser objeto de ridículo, luego olvidado, y en el futuro distante ser recuperado como obra maestra. Nadie tiene la suerte comprada; aunque claro, algunos corren con más ventajas que otros, como le pasa hoy a David Lynch con Twin Peaks: The Entire Mystery, la caja de discos que recoge las dos temporadas de la serie que entre 1990 y 1991 produjo para el canal ABC, más la película que dirigió un año más tarde y al menos una hora y media de secuencias inéditas o extendidas.
Para quienes la vimos por TV en esos días, el paquete viene a ser tanto una cápsula del tiempo como una pieza clave de memorabilia de una década que está a punto de ser reciclada en clave nostálgica. El producto además viene a ser el agregado perfecto en un momento en que el director parece haber dejado atrás su interés en lanzar nuevas películas para concentrarse en su carrera musical y otras aventuras. Ahora bien, basta tomar un poco de distancia del objeto mismo y concentrarse en las imágenes para que lo que Lynch y sus secuaces buscaron intensamente vuelva a resurgir: el descubrimiento del cuerpo desnudo y magullado de Laura Palmer, envuelto en un plástico al borde del río. Gatillo de una tragedia que divide a un pueblo en dos; pero, ante todo, válvula de escape de un sinfín de represiones, ansiedades, terrores diurnos y nocturnos cargados por sus habitantes. La perturbadora idea de que con la muerte de esta presunta inocente algo se libera y se limpia en quienes la quisieron, pero también en los que la odiaron. La inmaculada Laura transmutada en criatura sacrificial, cuya vida y obras (nada angelicales) son reconstruidas por el agente Dale Cooper, su accidental cronista, condenado para siempre a armar este rompecabezas donde las piezas calzan, pero no necesariamente hacen sentido.
La audiencia televisiva lo captó rápido y se fugó en masa en mitad de la serie, cuando el interés por resolver el misterio comenzó a disolverse en el marasmo de imágenes y estímulos que más tarde conformarían el total de Fire Walk With Me, el filme donde el propio Lynch dejó atrás la obligación de imponer un sentido narrativo a su imaginación, iniciando el camino que desembocaría mucho más tarde en las alucinaciones de Mulholland Dr. (2001) e Inland Empire (2006).
En los años que siguieron a su cancelación, Twin Peaks se volvió casi una curiosidad, un cadáver exquisito referenciado automáticamente cada vez que alguien intentaba o lograba romper esquemas en la TV; pero con lo mucho que series como Six Feet Under, Mad Men, Breaking Bad le deben a Laura, Cooper y su mundo, la verdadera conexión televisiva de Twin Peaks hay que buscarla en otra suerte de "más allá": en los inquietantes episodios de The Twilight Zone -"La dimensión desconocida"- que Rod Serling produjo a principios de los 60. En la distancia, ambas series se han convertido en perfecto crisol de la nación que las parió y exhiben un extraño e inverso paralelismo: en el caso de Serling, un Estados Unidos que emerge de la guerra convertido en poder nuclear, y donde la mejor opción es fugarse hacia los confines de la imaginación. El país de Lynch, en cambio, es el de la recesión, la primera Guerra del Golfo y el principio del fin del imperio americano. El del feliz despertar hacia un mundo donde la realidad se fabrica con materiales de pesadilla.
TWIN PEAKS: THE ENTIRE MYSTERY
(1990-92). Con Sheryl Lee y Kyle MacLachlan. Producción: David Lynch. En DVD y Blu-ray.