La distancia es una novela de fisonomía cambiante. Un narrador innominado cuenta su regreso al pueblo de Ventanas, lugar donde años atrás transcurrió su infancia y adolescencia. Pero el motivo del viaje a los orígenes, de antigua alcurnia en la literatura tradicional, es intencionalmente desacralizado en este relato. Aunque después de abandonar el pueblo el narrador había resuelto no volver nunca más a ese lugar, recibe una llamada telefónica invitándolo a reunirse con algunos amigos de esa época. Decide entonces emprender lo que él llama "un viaje de retorno y despedida" que le permitirá destruir de una vez por todas el recuerdo de esos lugares y de episodios de su infancia que lo persiguen y martirizan hasta el día de hoy. Mario Vargas Llosa afirmaba que la literatura es el instrumento más eficaz para exorcizar nuestros demonios interiores. El narrador de La distancia escribirá la crónica del viaje de su regreso a los orígenes para destruir los suyos, muy consciente, eso sí, de la separación que debe existir -y de aquí el título del libro- entre el acto de la escritura y el objeto representado en ella. La identificación sentimental con su pasado simplemente le impediría cumplir el propósito que ha asignado a su relato.
La voluntad exorcizante del narrador despoja al pueblo de Ventanas de todas las características de lugar ameno con que la naturaleza ha sido representada tradicionalmente en la literatura. Ventanas es la imagen del antiparaíso, un lugar aborrecible donde el mal gusto, el abandono y el hedor de sus basurales se suman a la fealdad natural de su paisaje. Las imágenes de su infancia son las palizas que le propinaban sus compañeros de curso y de sus habitantes recuerda su vulgaridad y su falta de higiene. Ventanas es un lugar sin historia; nadie sabe cuándo ni por qué fue fundado; ni siquiera tiene una identidad definida por su nombre porque tampoco hay claridad sobre el verdadero toponímico: "está fuera de la historia y, casi, de la geografía, como una especie de punto muerto".
Pero el distanciamiento con la realidad no solo se produce por la manera de representarla, sino además por la insistencia con que la voz narrativa recuerda a sus lectores que están leyendo una escritura que habla de otra cosa. Al comenzar el libro, nos explica pormenorizadamente que decidió volver a Ventanas para encontrar los materiales que le permitirían escribir esta crónica y a lo largo de su desarrollo introduce frecuentes informaciones sobre la manera como la va componiendo. La verdadera distancia se produce en el acto de escribir: Ventanas está allá, fuera de la crónica y él, como persona, está en la crónica o, más bien dicho, es la crónica: "quiero ser mi libro, yo mismo ser mi propio libro; el personaje, el que lo escribe, el que lo lee".
Termino la lectura con la sospecha de que La distancia es sobre todo una propuesta sobre la naturaleza y el valor purgativo del relato. Nicolás Campos ha estudiado filosofía en la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso y La distancia es su primera publicación. Quizás contempla el género "novela" como un espacio creado por la escritura donde la imaginación se coloca al servicio de la reflexión. Posiblemente es cierto que, como dicen muchas personas, en una novela cabe de todo; pero cuando la función narrativa de su lenguaje se debilita, la novela comienza a transformarse en otra cosa. Un poco lo que sucede en La distancia , muy bien escrita y con un ritmo narrativo que mantiene nuestra atención durante la mayor parte de sus capítulos para dejarla escapar en sus últimas páginas. En ellas el narrador reemplaza la representación por la especulación, impulso que dicho sea de paso lo ha perseguido desde las primeras páginas del volumen.