¿Por qué un director consagrado, una criatura de cine arte y festivales, podría querer filmar una película de género? Una historia pequeña, compacta, de esas que se consumen a la carrera, donde la historia -y no los símbolos ni las metáforas- llevan el peso de todo.
Bueno, precisamente por eso: para reducirlo todo a la mínima expresión, a un relato que se para por sí mismo. Como le ocurre a Claire Denis, con "Les salauds". Estrenada en Cannes, en 2013 e integrada a la muestra Europa Ya!, de Cine UC (se exhibe este miércoles 23, a las 19 horas) es, en esencia, lo que los franceses llaman un polar, una historia criminal; y, por lo mismo, llama un poco la atención AAque Denis, la más grande directora de su generación y directa heredera intelectual de los titanes de la Nueva Ola se haya entusiasmado con el relato de Marco (Vincent Lindon), un ex capitán de navío que regresa a París para vengar el suicidio de su cuñado instigado por Laporte, un adinerado prestamista sin moral; no sin antes seducir a la hermosa esposa de éste, Raphaëlle (Chiara Mastroianni). Porque quiere. Porque puede.
El punto es que hubo un tiempo en el que esta clase de intrigas -tan sucintas como fatalistas- formaron la carne y la sangre del cine francés que repletaba las salas en los años de posguerra. Y Truffaut, Godard, Chabrol y los otros, también se volvían locos por esa clase de películas, y a su manera, las revisitaron muchas veces (piensen en "La sirena del Mississippi", "Pierrot le fou", "La bestia debe morir", entre muchas otras). Basta tomar apenas un poco de distancia para reconocer en los monolíticos rasgos de Vincent Lindon retazos de la mirada de piedra de Jean Gabin, y de la obsesión neurótica de los antihéroes de Delon. A sus 55 y con un rostro que parece cortado a cuchillo, el actor se encuentra a años luz de sus días de galán ochentero y novio de Carolina de Mónaco; y algo similar puede decirse de Mastroianni; quien, en calidad de hija de Marcello y Catherine Deneuve, es para estos efectos, el perfecto equivalente de una realeza cinematográfica hace largo tiempo ida, precisamente el tipo de personas -de rostros- que solía habitar estas películas, sumergirse en estos infiernos: Belmondo, Montand, Piccoli, Depardieu, Noiret, Ventura, Mireille Darc, Romy Schneider y tantos otros que son invocados a través del incombustible Michel Subor, a quien le bastan unas cuantas pinceladas para hacer del demoníaco Laporte un monstruo digno de aquellos relatos.
Por lo mismo no es extraño que estos bastardos, a los que alude el título original ( salauds ), habiten un mundo despojado y reducido casi a su mínima expresión; una suerte de entablado espectral, donde los motivos, los planes, los móviles y las venganzas pendientes de estos personajes se disuelven hasta volverse simples vectores que van empujando la narración hacia delante, hacia la conclusión y el colapso inevitables; sin apenas detenerse, sin dejar tiempo para pausas en su apretada hora y media de metraje. Acezando. Dando boqueadas.
Denis y su coguionista, el dramaturgo Jean-Pol Fargueau -con quien ella escribió "Beau travail" (1999), uno de los grandes filmes europeos de todos los tiempos-, han dicho que la inspiración para "Les salauds" fueron los horrores corporativos evocados por Kurosawa en "Los malvados duermen bien" (1960), y bien puede que tengan razón, pero es el brutal legado de la série noire francesa el que se le cruza por delante. Sin disculpas. Sin adornos. Como un manchón de sangre en la pared.
LES SALAUDS
Dirección de Claire Denis. Con Vincent Lindon y Chiara Mastroianni. Francia, 2013, 96 minutos.