Resultado de un concurso del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, se premió a cuatro artistas con otras tantas exposiciones de su obra en la Sala Gabriela Mistral. La del todavía joven Andrés Durán resulta la primera en presentarse. Buen comienzo. Se trata de fotografías digitales en blanco y negro que, la técnica actual mediante, permiten efectos visuales sorprendentes. Impecables, volcadas a través de una iluminación fría muy adecuada, resultan no solo ingeniosas, sino también hermosas. Tratan sobre monumentos de personajes patrios en bronce, desparramados en plazas y paseos santiaguinos. Sin embargo, son profundamente intervenidos, repitiendo sus propios plintos solemnes de manera invertida. Así, estas bases absorben la porción superior de la estatua y hasta alteran, a veces, su masa volumétrica de manera geométrica. El resultado es, al mismo tiempo, onírico, burlón y pleno de la irreverencia sana del arte contemporáneo. Hay próceres sentados y de pie -hasta uno saca el brazo afuera del bloque superpuesto-; ni los dos de los pocos grupos escultóricos valiosos de la capital -ambos de Rebeca Matte- escapan de la metamorfosis. Un video complementa el conjunto. Por medio de una justa duración temporal enfoca algunos lugares de la intervención -Plaza Bulnes- y su entorno: el ir y venir de los transeúntes, el revoloteo de las palomas, la placidez de un gato al sol, indiferentes todos al ilusorio trastoque visual.
Acierta Galería La Sala con su expositora de hoy, Mariana Kaplún . En sus obras numerosas no hallamos pincelada alguna con pigmento. Pero los efectos inagotables del pincel son reemplazados eficientemente por los actos de escoger y componer. Los más variados pequeños objetos constituyen su material creativo. De esa manera, palitos silvestres, piedrecitas de río, botoncitos, papelitos, muchos textiles y fibras, bordados y papeles impresos, bolsitas enigmáticas y sobres mensajeros nos introducen dentro de una intimidad femenina apenas susurrante. Como si el mundo interior de la artista se atreviera a revelársenos por un instante. Luce cada obra plena de refinamiento y exquisitez cromática, donde los neutros se unen a rojos y anaranjados mayoritarios. Hasta el único integrante reconocible de un modo directo, el traje de "Todas íbamos a ser reinas", participa de los atributos de la exhibición entera.
Cabieses y Lautaro Labbé
Jorge Cabieses Valdés nos propone, con buen sentido de las proporciones expositivas, cuatro pinturas, cuatro cuadros en técnica de veras mixta y un video en Galería XS. Multicolor, un jarrón rococó es, en cada caso, el protagonista. Eso sí, se encuentra sometido a una fuerte distorsión ya sea formal, ya sea debido al entorno acompañante. En el primer caso -nada más que pigmento-, el florero de porcelana se ensancha hacia los lados, a la manera de Botero. No obstante, su finalidad se diferencia del colombiano: la deformación casi expresionista de la figura realista busca esencialmente lo grotesco, junto con tender a una disolución de las formas que acentúa su sentido burlón. Por otro lado, el personaje se limita aquí a definir su ubicación en el espacio mediante una sombra leve proyectada por su base; ello basta para que el ojo del observador establezca, inconsciente, la superficie de sustentación necesaria.
Los cuadros siguientes, por su parte, contrastan el jarrón pintado y ahora de dimensiones normales con fotografías digitalizadas y aumentadas sobre papel. Provenientes de la prensa diaria, muestran los efectos feroces del maremoto de 2011 en Japón. El enfrentamiento entre el objeto suntuario por excelencia y la desolación del desastre establece, acaso demasiado evidente, un trágico simbolismo que pretende reflejar muchas situaciones negativas del mundo contemporáneo. Asociado con este último asunto, irónicamente un video hace del líquido que escurre desde una elegante salsera revelador periodístico de la catástrofe japonesa.
Durante estos días sacan la cara por la institución del Forestal esculturas y dibujos -a fines de los 60 a 1981- pertenecientes a la propia colección del Museo de Arte Contemporáneo. Rescatan estos algo de un artista nuestro, Lautaro Labbé . Sus volúmenes, siempre en aluminio, corresponden tanto a cinéticas bandas, sencillas y muy flexibles, que el espectador con la sola mano pone en fluido movimiento de ida y vuelta -recuerdan al mendocino Le Parc-, como a dinámicos bloques abiertos con especial dinamismo y claroscuro marcado, proveniente del juego de vacío y plano duro. El grupo gráfico entrega estudios de tensiones, a través de modulaciones geométricas en blanco y negro, variadas y precisas. A ellos hay que agregar el atractivo proyecto cinético de 1980 para una fuente en el Paseo Huérfanos. Como suele ocurrir, y para desgracia del desafortunado ámbito público metropolitano, nunca llegó a realizarse.
Monumento editado
Onírica metamorfosis de monumentos capitalinos en manos de Andrés Durán
Lugar: Galería Gabriela Mistral
Fecha: hasta el 30 de julio
Como escrito en un papel...
Pequeños objetos nos introducen en la intimidad anímica de Mariana Kaplún
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 26 de julio
Grotesco
Un jarrón como protagonista enfrenta entornos diferentes
Lugar: Galería XS
Fecha: hasta el 9 de agosto
Lautaro Labbé en la colección del MAC
Algunos trabajos de 1969-1981, del artista cinético Lautaro Labbé
Lugar: MAC del Forestal.
Fecha: hasta 7 de septiembre