Las consignas gubernamentales aluden reiteradamente a la calidad de la educación. Sin embargo, cada día queda más en claro que dicho aspecto es el más ausente en las medidas propuestas. Si efectivamente se la quisiera elevar, se tendría que fortalecer el sistema privado y subvencionado, que tan buen resultado ha dado y que goza de una preferencia mayoritaria. Y, además, hacer que los establecimientos municipales-estatales se les asemejen, para sacarlos de su inferioridad.
Lo primero sería derogar el Estatuto Docente y liberar a los profesores de la tutela de su colegio profesional. Este último ha estado controlado durante muchos años por el Partido Comunista que, curiosamente, ahora se alza como el gran campeón de la calidad de la educación, en circunstancias de que históricamente ha impedido redimirla de los lastres señalados. En cambio, nos encontramos con que se propone indirectamente transformar los colegios privados subvencionados en municipales-estatales. Esto significa rebajarles su nivel, en beneficio de controles burocráticos y de imposiciones estatales.
Estas últimas -las imposiciones- ya están presentes. Detrás de la polémica que han suscitado los proyectos del Gobierno, el Demre -opaco pero eficientísimo organismo que gobierna monopólicamente la PSU- ha procedido a modificarla para que rija este mismo año, sin dar tiempo a nadie para adecuar su preparación. Esto no constituye un cambio en los programas de estudio, pero, ojo: el hecho de dejar de medir ciertas materias y, por el contrario, introducir otras en la medición, conlleva un cambio de hecho.
La asignatura de Historia es la más afectada. Se le eliminan de un plumazo todos los sucesos anteriores al siglo XX. Del mundo se toman solo las guerras del Medio Oriente y el terrorismo de Estado, y los Derechos Humanos en América Latina (¿Cuba?). Y de la historia chilena, los temas a controlar serán la presencia actual de los pueblos indígenas, la polémica por el quiebre democrático de 1973 y "la dictadura militar", la "lucha" por la defensa de los Derechos Humanos y la recuperación democrática, el rol de las Fuerzas Armadas y la emergencia de las demandas indígenas. Se complementa lo anterior con los derechos de las minorías, la violencia social e intrafamiliar, el desarrollo sustentable y las tendencias del mundo del trabajo y del derecho laboral en Chile.
Esta mutilación de nuestra historia solo apunta a empequeñecer y manipular la mente y el alma de las nuevas generaciones.