Tuya, mía, para ti, para mí. Ese dribleo verbal inmortalizado por Vladimiro Mimica en sus años de relator es una analogía perfecta para la competencia televisiva en torno al Mundial. En estos tiempos en que las teleseries turcas son capaces de resucitar un canal, cuando los líderes de las sintonías mensuales cambian con cada hoja de calendario, las estaciones televisivas tienen sus ojos puestos en qué sucederá de junio en más. Una de las consignas más repetidas en la industria es que en este evento del balompié se definirá el resto del año en televisión.
¿Pero será tan fácil de pronosticar un resultado? Será que la televisión es una ciencia tan exacta como, por ejemplo, el ingeniero Manuel Pellegrini parece del fútbol hacer.
En su debut al frente del micrófono del área deportiva de Televisión Nacional, el entrenador del Manchester City fue capaz de mostrar cómo el balompié -teniendo conocimientos técnicos, variables y vectores a la vista- se puede predecir. Pero ese frío análisis, capaz de prever que Jean Beausejour estaba llamado a hacer un gol en la medida en que un jugador australiano como Bresciano, mayor de 30 años de edad, fuera sacado del campo ante el desgaste físico, no es todo lo que ese deporte es. El fútbol, como la televisión, también tiene que ver con sentimientos, emociones y valores que desvían impredeciblemente la atención.
El rating del primer partido de La Roja le dio su favor a Canal 13, al vociferante relato de Claudio Palma que bien encarna la pasión del hincha común. Su voz, como ensordecedora flauta de Hamelin, atrajo sintonías con peaks de 30 puntos y más. Pero eso no significó que el canal pudiera mantener su sintonía de ahí en adelante.
A la hora de los estelares, el liderazgo pasó a Mega, con su versión pseudofamiliar de "Morandé...". Todo un golazo para un canal que viene de ganar el mes de mayo en sintonía general y que, en lo que va de junio, ha ganado los días mayoritariamente apoyado en los efectos de una recatada teleserie nocturna ("Las mil y una noches"). El 13, por su parte, sufría la derrota de "La movida del mundial", un estelar que pone a tres de sus mayores rostros -Sergio Lagos, Diana Bolocco y Martín Cárcamo- al frente de un espacio de chunga incesante, donde no hay conversaciones chispeantes sino que una seguidilla de chistes de doble sentido, simulaciones de corte sexual y preguntas del estilo "¿qué garabatos dicen cuando hay un gol?". No es de extrañar, por ejemplo, que personalidades como la diputada Karol Cariola hayan desechado la invitación, pese a haberse visto en la promoción.
Lo que Mega cosechó en ese triunfo nocturno fue la cercanía que ha construido con la voluble audiencia desde hace un par de meses, que lo llevó a trasladar, por ejemplo, a su mujer ancla de las noticias, Soledad Onetto, hace varios días a Brasil y que la puso a despachar para todos los espacios de entretención del canal. Ese compromiso de todo un canal con un evento -y con el telespectador- es lo que se extraña en el resto de la televisión.
Chilevisión cumple con sus noticias y da palos al aire con su espacio mundialero, que también repite la fórmula de tríada que alguna vez "Viva el lunes" patentó, pero al menos hace algo por aportar desde la frialdad de su pantalla actual. Televisión Nacional, en cambio, resiente el efecto de una verdadera suerte de maldición: en los dos últimos mundiales, el canal público se ha enfrentado al torneo sin director ejecutivo titular en ejercicio. Y, en este caso, sin ejecutivo a cargo de programación. Al final del día donde debutó La Roja y el comentario analítico de la dupla Pellegrini-Bonini, el canal emitió "Juga2", como si se tratara de un viernes más.
Lo que se juega en este Mundial no es más que la sintonía del evento. El ganador del año se verá por lo que se construya en cada uno de los 365 días de relación con el espectador.