"El ojo móvil", además de su particular valor cualitativo, constituye una exposición de veras novedosa. Es que nos revela 30 años de op art y arte cinético en Italia, demostrando que algo pasó en aquel país luego del futurismo, con su exaltación figurativa del movimiento, y después de De Chirico, ese precursor del surrealismo. El conjunto visitante, presentado en la Corporación Cultural de Las Condes -hermosamente, como es costumbre ahí- y en la sede del Banco Itaú, nos ofrece obras en su mayoría atractivas de artistas nacidos entre 1907 y 1945 no demasiado conocidos dentro del panorama internacional. Los trabajos expuestos corresponden a las décadas de los 50, 60 y 70. Siguen los habituales postulados generales de las dos abstracciones que, fundamentadas en la geometría, exploran los fenómenos perceptivos respecto al dinamismo, ilusorio o real, que afectan al ojo humano. Si sus grandes creadores mundiales abarcan desde el húngaro Vasarely hasta el norteamericano Calder, en nuestro caso itálico partamos con los artistas ópticos y por el expositor de mayor edad, Bruno Munitari y sus visiones simples y efectivas.
A continuación, el brillo cambiante del acero o del aluminio protagoniza los relieves de Getulio Alviani, mientras el espléndido Alberto Biasi nos encanta por su factura tan delicada y, en especial, por las misteriosas sombras movedizas que recorren todas las superficies, según la ubicación del espectador; o a través de las curvas azules de su grandioso "Óptico dinámico". Si una línea parecida explota Toni Costa, Ennio Chiggio recurre al efecto moaré y a sus destellos luminosos. Edoer Agostini prefiere rombos o círculos que se esfuman, e inquietas líneas ondulantes caracterizan a Marina Apollonio. En cuanto a los cultores del arte cinético, Franco Costalonga parece tocarnos físicamente con sus bastones de color venidos desde esferas rotatorias. Como astro en ordenada formación se presenta el aparente y redondo volumen azul de Grazia Varisco. Gabriele de Vecchi, entretanto, moviliza alfileres de acuerdo a un ritmo enigmático. Al mismo tiempo, Fausto Sarli exhibe una decena de elegantes vestidos en blanco y negro, tensados por mostacillas relucientes. En perfecta identidad de méritos con los mejores artistas acá mostrados, nuestra Matilde Pérez brilla con un bello collage de la colección Mac Kellar.
Caja negraEl colectivo Caja Negra celebra su existencia de 30 años con 30 artistas. Con ellos satura buena parte de los niveles del Museo de Artes Visuales. Conforme a sus postulados, las obras propuestas carecen mayoritariamente de nombre y de identificación de autor. Si bien reflejan gran variedad de tendencias, a todos parece animar una voluntad de cuestionamiento -más o menos conseguido- a la institucionalidad establecida. Es decir, a la vigencia del museo y los centros culturales, de las bienales, de las galerías privadas con su faceta comercial, de la selección y distribución del arte y, sobre todo, de la propia obra artística como producto individual y único. Ambicioso propósito, sin duda. Sin embargo, no debe olvidarse que toda creación también exige receptores, ahora o después. En este sentido, la manera cómo se presenta el exuberante conjunto del MAVI, resulta bastante elitista. Así, el público corriente, el aficionado sin conocimientos suficientes acá se sentirá perdido dentro del aparente caos que no logra entender y terminará por rechazar.
Pero detengámonos en las obras mismas. Salvo Montes de Oca, Víctor Hugo Bravo y Mario Z, casi todas corresponden a nombres menos conocidos. De esa manera, entre objetos, videos, fotografías, pinturas intervenidas, documentos, pendones negros, imaginería religiosa afeada bastante gratuitamente, esculturas -donde, quizá, se cosechan los frutos mejores-, grabados, dibujos e instalaciones, destaquemos los productos que nos parecen más perdurables. Por ejemplo, una pulcra guillotina de madera casi en miniatura, instalada junto a láminas de los grandes carniceros del siglo XX: están los nazis; en cambio, Stalin y los suyos no se ven por ninguna parte. Agreguemos una burlesca escultura de héroe -"Ad hominem"- con nada más que el término de las extremidades inferiores y éstas agredidas, lo mismo que su paloma; el sugerente y poderoso volumen envuelto en celofán, donde se esconden tarros vulgares; la torre muy alta, especie de tótem realizado con desechos de madera y de muebles -nos recuerda a la norteamericana Nevelson y, sin su fuerte colorido, al escocés Paolozzi-; el enorme y metálico guerrero armado de historieta cómica; la atractiva y surrealista construcción con objetos: una balanza de feria que pesa un líquido naranja intenso. Del ámbito bidimensional no olvidemos tampoco un par de grandes fotografías en blanco y negro, protagonizadas por mano y antebrazo masculinos, además del humor de las estampillas carnet con futbolistas de rostros deformados.
"Occhio Mobile"
Estupendo conjunto de op art y de arte cinético italianos
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes
Fecha: hasta el 27 de julio
"Heroica, territorio de resistencia"
Multitudinaria y cuestionadora celebración del período 1983-2014 del colectivo Caja Negra
Lugar: MAVI
Fecha: junio y julio