Señor Director:
Al elegir un establecimiento educacional, los padres están eligiendo un proyecto educativo, porque a su juicio dicho proyecto es el mejor para su hijo. Es evidente que la posibilidad del establecimiento de seleccionar estudiantes, y decir a unos que sí y a otros que no, es una limitación de esa libertad.
Lo mismo ha de decirse de la posibilidad del establecimiento de exigir, como condición de aceptación, el pago de una suma de dinero. Si un establecimiento exige un pago de N, entonces solo los padres que pueden pagar N podrán elegir ese establecimiento. Si los establecimiento no están habilitados para cobrar directamente a los padres, entonces cada uno puede elegir con independencia de cuánto pueda pagar.
La reforma educacional anunciada por el gobierno, entonces, tiene el efecto preciso de ampliar la libertad de elegir de los padres.
Sin embargo,
siete centros de estudios de derecha creen que esta reforma, que amplía la libertad de los padres de elegir, "vulnera la esencia de una sociedad de libertades y responsabilidades". Ellos no ven ampliación de la libertad en que la ley prohíba a los establecimientos seleccionar, de modo que ahora la decisión sea totalmente de los padres. Y se quejan de que ahora los padres no podrán aportar a la educación de sus hijos, cuando el proyecto no prohíbe a nadie aportar. Solo prohíbe al establecimiento excluir al que no puede aportar.
Cuando la derecha dice proteger la libertad, entonces, no le interesa la libertad de los padres de elegir, sino la de los establecimientos de excluir; cuando dice proteger el derecho de los padres a aportar, no le interesa la posibilidad de los padres de aportar, sino la de los establecimientos de excluir al que no puede aportar.
Es inusual que la discusión pública alcance momentos de tanta claridad, más allá de la retórica. Ahora sabemos que, para la derecha, ampliar la libertad de los padres de elegir "vulnera la esencia" de lo que le importa a la derecha.
Fernando Atria