Bachelet está a punto de ganar su primera batalla. No era para menos: tiene los votos.
Se aprobó esta semana en la Cámara la reforma tributaria, y en el Senado -salvo algunos cambios cosméticos- es probable que todo siga igual. La discusión ha sido intensa y ha dejado hasta el momento cinco lecciones claras.
Fisuras "no estructurales" de la Nueva Mayoría
La primera gran lección es que hasta ahora no se ven grietas insalvables al interior de la Nueva Mayoría. La DC ha intentado mostrarse más moderada. Así fue, al menos, ante los casos "retroexcavadora" y "video tributario". Ha existido también un cierto ruido permanente con el PC. Pero hasta ahora, transcurridos 66 días de Gobierno, no se ve ninguna fisura estructural. Los enfrentamientos entre Walker y Teillier parecen ser más bien la versión moderna de "Doctor Jekyll y mister Hyde", donde el bien y el mal conviven juntos en la misma persona.
Hay un mérito en Bachelet de haber logrado mantener el espíritu de unidad y si bien su rechazo ha subido, mientras no baje la popularidad nada hace presagiar un cambio. Algunos pregonan que llegado el momento de la reforma educacional ahí sí se explicitarán las diferencias. Que Gutenberg tiene su universidad, que Walter Oliva tiene los colegios, que la Iglesia entrará a tallar más fuerte, que necesariamente las posiciones divergirán. Es posible, pero hasta ahora no hay señales de aquello.
El rol de Arenas
Bachelet, a diferencia de Lagos y Piñera, asume que no sabe de Economía y ha delegado toda la confianza en su ministro de Hacienda. Como fue Foxley. Como fue Velasco. Pero lamentablemente el ministro Arenas ha estado lejos de aquellos. Su propio correligionario y ex colega, Manuel Marfán, lo criticó duramente esta semana por no escuchar ni entregar buenos argumentos.
Uno de los primeros economistas de la historia, William Petty, señaló ya en el siglo XVII que "en vez de no usar más que palabras comparativas, he resuelto expresarme a base de números". Han pasado casi 400 años y nos encontramos que se hará una reforma profunda donde, a falta de estudios, solo se han entregado eslóganes (cuyo máximo emblema fue el famoso video). Ello no es propio de un debate intelectual y técnico como el que se espera de un ministro de Hacienda. Y si Arenas no corrige el rumbo, corre el riesgo de transformarse en el ministro de Hacienda menos riguroso desde Luis Escobar Cerda.
La miopía del empresariado
Hace más de un año se anunció la reforma tributaria. Punto por punto. Y todos sabían que ganaría Bachelet. Sin embargo, la dirigencia empresarial no fue capaz de levantar ninguna propuesta alternativa. Y es cierto que por ser parte involucrada -como dice el propio Adam Smith- toda proposición que venga de ellos deberá "analizarse siempre con la mayor desconfianza y nunca deberá adoptarse como no sea después de un largo y minucioso examen". Pero lo menos que pudo hacer el empresariado es haber tenido algo que lanzar al tapete. La vieja bandera de que "no es el momento", que "caerá la inversión" y otra serie de anuncios de plagas ya no son efectivas.
DesPYMEtizar el ambiente
Todos hablan de las pymes. Nadie de las grandes empresas. El Gobierno dice que defiende a las pymes. La derecha hace lo propio. La reforma tributaria solo ha jugado en ese terreno. Y la pregunta es qué es lo que necesita Chile ¿puras pymes? A los italianos les importa el destino de la Fiat, a Finlandia el destino de Nokia. A los norteamericanos les interesa que sus empresas dominen el mundo y los chinos quieren hacer lo propio. ¿Y si la reforma afecta a las grandes empresas, no es importante también?
El que hayan existido los casos La Polar, farmacias coludidas y Universidad del Mar, con malos empresarios, no quita que Chile no debiera aspirar a tener más grandes empresas. Que las pymes que no sirven se mueran y que las buenas se transformen en grandes.
Es cierto que hay que darles un apoyo especial para ayudar a que se desarrollen, pero Chile tiene la urgente necesidad de desPYMEtizarse.
La retroexcavadora de la derecha
La última lección que la reforma nos deja es que la retroexcavadora de Quintana no es la única que anda dando vueltas. La derecha tiene la suya. En vez de usarla para destruir el modelo, se está usando para cavar trincheras. No han logrado entender que la reforma tributaria se ha planteado no solo para recaudar sino para buscar mayor equidad horizontal. Para evitar que los más ricos evadan o eludan. Al igual que los empresarios, no fueron capaces de levantar una propuesta alternativa. La Alianza tuvo cuatro candidatos presidenciales y ni una sola propuesta. Paradójicamente, el único que ha mostrado cartas alternativas es Velasco, que parece ser a esta altura -y aunque a él no le guste- la representación más moderna de la derecha.
Quedarse simplemente en que todo cambio es malo, sin tener los votos para impedirlo, no hará más que fomentar la caricatura. Ahora viene la discusión mayor que es la educacional. Muchas de las ideas que circulan son francamente malas. El desafío es, frente a esos mismos problemas, encontrar mejores soluciones. Eso no solo será bueno para ese sector. Será bueno para Chile.