El nuevo escenario de propiedad en el que se desenvuelve la TV abierta local es también el nuevo tamiz por el que hay que filtrar cada decisión de cambio ejecutivo al interior de un canal. Ese es el primer ejercicio que hay que hacer cuando se observa por qué, esta semana, Rodrigo Terré dejó la dirección ejecutiva de Canal 13.
El hombre de confianza de Andrónico Luksic, socio controlador de la señal, no deja la administración porque en el primer trimestre de este año el otrora canal líder haya perdido su posición. Por evidente que sea la baja en los números de audiencia -y seguramente financieros, cuando se conozcan-, si algo se ha aprendido en los nuevos tiempos televisivos, es que las posiciones entre los canales se ganan, se pierden y se retoman con facilidad. El que ayer era primero puede descender hasta el tercer lugar, volver a liderar, y nuevamente bajar.
Esa, precisamente, ha sido la hoja de ruta de la última década en la estación de Inés Matte Urrejola, y por eso es sabido que los sobresaltos están de más. Sin embargo, hay un aprendizaje pendiente, uno que ha sido difícil de internalizar: entender qué es lo que un propietario espera de su canal.
El primer período del nuevo 13 fue la instalación: David Belmar (ex TVN) llegó a la dirección ejecutiva seguido por casi una decena de ejecutivos de la red estatal. La red comenzó su fase de operación con René Cortázar como presidente ejecutivo al frente del directorio y de la administración. Su período terminó con su renuncia -se habló de una candidatura senatorial-, justo después de un par de conflictos generados en el área de prensa por notas como la de una actriz disfrazada de nana que acusaba discriminación en colegios del barrio alto. Fue reemplazado por el actual ministro de educación, Nicolás Eyzaguirre, que tampoco pudo hacer mucho para evitar las esquirlas que el trabajo de prensa puede dejar: hubo demandas de avisadores y conflictos con rostros como Diana Bolocco a raíz de un reportaje sobre un yogur al que ella hacía publicidad. Fue entonces que vino el golpe de autoridad, y Luksic instaló a Rodrigó Terré, miembro del directorio, ahora a cargo de la administración del canal.
Ordenar la casa era clave, y la llegada de un nuevo director de prensa -Cristián Bofill- ayudó a neutralizar a la que llegó a conocerse como la "república independiente de prensa" al interior del canal. Sin embargo, otra cosa más se debilitó: la fascinación por ser parte de esta nueva señal.
La migración de ejecutivos a Mega fue la principal demostración del descontento y el más temido efecto boomerang. La irrupción del canal de Bethia, liderado por el ex Canal 13 Patricio Hernández -con otros ex Luksic, como Jorge Cabezas, Patricia Bazán y Andrea Dell'Orto-, es una preocupación para todas las señales, pero más aún para la que no los supo retener.
Hoy, cuando la pantalla del 13 dejó de sorprender, dejó de acusar, dejó de innovar, el nombrado para refundar es Luis Hernán Browne, ex director comercial de la estación, mismo cargo que ocupó en TVN. Con 20 años de TV, su liderazgo interno estará mucho más legitimado que el que Terré -hombre de empresa y familiar del dueño- pudo lograr. Sin duda que el cambio es sano, pero no necesariamente esperanzador.
El canal de Luksic se repone de una etapa de desgobierno, marcada por la reciente renuncia del fundador David Belmar. El 13, que transitoriamente operará mediante un comité de programación, necesita reinventarse hacia el interior. A la señal que ahora comandará le urge generar una nueva estructura para tomar decisiones de pantalla que pasen, más que por responder a las demandas de distintos tipos de audiencias -público o avisadores-, por diseñar una oferta de canal. Eso, claro está, si es que al dueño le interesa mantener la propiedad.
Canal 13 tiene pendiente una apertura a la bolsa, y, de hecho, parte de la nueva estructura ejecutiva, con un directorio separado de la administración, bien puede ser leído como una forma de facilitar su eventual comercialización.
Solo hay una persona que puede despejar esa incógnita, que termina por afectar a millones de televidentes, pero casi nunca se la escucha hablar.