El martes, la Orquesta Filarmónica de Santiago realizó su cuarto concierto de temporada, bajo la dirección de Konstantin Chudovsky.
El Andante de Alfonso Leng recibió una fina interpretación, privilegiando el romanticismo de la obra, por sobre sus ribetes expresionistas. La sedosidad de las cuerdas hizo resaltar las sutiles dinámicas de esta obra clásica del repertorio nacional. Apropiado prólogo que nos condujo a la sinfonía Nº6 de Beethoven.
"La Pastoral", evocando la vida campestre, es un remanso estilístico entre los tumultuosos acontecimientos sonoros de la 5ª y la 7ª, pero exhibe una férrea construcción clásica (forma sonata, scherzo , rondó, variaciones ornamentales). Según un testigo, la naturaleza era un alimento para Beethoven y "parecía realmente vivir en ella". El compositor tituló cada movimiento, aunque insistiendo en que su intención no era "pintar" ambientes y situaciones, pero es difícil esquivar esos títulos. Con leves desajustes de tempo al inicio, la obra emergió con su belleza única; memorable fue la interpretación de la "Escena junto al arroyo", de calmo transcurrir y con notables intervenciones de las maderas. El himno de acción de gracias que entona la naturaleza después de la tempestad, fue compartido por un público emocionado.
La popularidad del segundo y tercer concierto para piano ha instalado en el gran público una apreciación incompleta de Rachmaninov. Su melodismo, a veces sentimental, oscurece sus aportes en lo sinfónico, la canción, la liturgia, el repertorio coral. Por ello, resultaron bienvenidas la inclusión de "Primavera" (barítono, coro y orquesta), y "Las Campanas" (soprano, tenor, barítono, coro y orquesta).
Aunque desconocemos el valor literario del texto original de Nikolai Nekrasov, la historia contenida en "Primavera" es particular: un marido engañado, que en el oscuro entorno invernal está presto a asesinar a su esposa y que finalmente la perdona, por la aparición sanadora de la primavera. "Las Campanas", basada en un enigmático poema de Poe, va jalonando momentos de la vida, desde un inocente jolgorio hasta la muerte, pasando por el amor y el horror, en una obra que carece de melodías conspicuas y que depende de los afectos narrativos del texto.
La soprano Paulina González evidenció belleza tímbrica y depurada técnica; el reconocido tenor José Azócar se vio algo afectado en su proyección por una excesiva dependencia de la partitura; el barítono ruso Rodion Pogossov, realizó un aporte magnífico en voz y expresión; el Coro del Teatro Municipal, excelentemente preparado por Jorge Klastornick, fue un pilar. Y Chudovsky, dirigiendo todo el programa de memoria, demostró su soberano dominio de las obras.