La nueva temporada del estelar de farándula que hace un par de años era el imprescindible de los viernes, transcurre en la pantalla de CHV con una innegable cadencia de réquiem, con esa triste mezcla de dignidad y fatalidad que acompañó los últimos compases de la orquesta del Titanic hace un siglo.
La opulencia de esa embarcación sucumbía enhiesta ante el iceberg , tal como la estridencia de la farándula se extingue ante un rating inconstante, como la marea, que obedece más a su competencia que a su propia calidad . El canal quiso blindar su transatlántico de los viernes con nuevos y mejores ropajes, trayendo rostros que destacaban en los franjeados de otros canales, como Daniel Fuenzalida y Lucía López, y los subsumieron en la bruma de un estelar que, sin un horizonte claro, los tiende a desdibujar. De sus propias filas, reclutaron a la excéntrica Francisca Merino para desperfilarla con vestidos e intervenciones que parecen forzarla a mostrar más agudeza mental que verbal. Por el contrario, dejaron a Julio César Rodríguez, periodista curtido en varios formatos y contenidos comunicacionales, a cargo de buena parte de la administración de este panel de desorientación: quién es quién, qué es lo relevante y hasta qué es lo divertido -una interrogante donde antes "PP" dictaba cátedra- son las coordenadas que en este 2014 parecen imposibles de establecer.
Y al frente, de mascarón de proa de esta zozobra, está una mujer: Francisca García-Huidobro, la Fran, una de las pocas animadoras que ha sabido legitimar su permanencia en pantalla más que con relaciones amorosas o atractivo físico -que lo tiene-, con sensibilidad y opinión.
La curiosidad que podía generar ver a García-Huidobro junto a su ex pareja sentimental (Rodríguez) en la animación, quedó saciada en el debut del estelar y, mucho antes de eso, en un franjeado del Festival. Con total oficio actoral, logra mostrarse como la dueña de casa que es, pero, al mismo tiempo, es imposible no percibir la ausencia de chispa que hay en ella frente a contenidos de escasa ignición: Tonka y su novio se aman, y para mostrar imágenes de eso, un equipo del programa viaja hasta Punta del Este para paparacear siestas y paseos en bicicleta. Otro: el funeral de Armando Navarrete, Mandolino, se realiza en su residencia de Honduras, y los periodistas viajan hasta allá para certificar que no llegó ninguna de las celebridades chilenas que, hace 30 años, trabajaron con él. Uno más: un cónclave internacional de magos, adivinos y dizque científicos se reúnen para decir que, posiblemente, en Chile va a temblar; que, seguramente, el Papa Francisco tiene detractores en el Vaticano; y que, un milagro mediante, a la Roja le puede ir bien en el Mundial. Toda una dilapidación.
Si en el año 2013 "Primer Plano" caía en la exaltación de lo insólito trayendo al "hombre más bello del mundo" o a la "mujer que rompe sandías con sus pechos", este nuevo esfuerzo por darle un rumbo al espacio parece nuevamente zozobrar, y lo hace generando en las audiencias una reacción parecida a la de un iceberg .