A la protagonista de "Las 2 Carolinas" (Francisca Lewin) le recomiendan cambiar su currículum para conseguir trabajo: borrar su dirección en Puente Alto y poner una de Vitacura o de Las Condes. Ella se niega, pero un alcance de nombres provoca una confusión que la lleva a obtener un jugoso contrato en la sofisticada boutique de Sofía Parker (Claudia Di Girolamo). Este es el comienzo de la nueva apuesta de Chilevisión, un clásico del género que pone el acento en la discriminación que se da en el mundo del trabajo, producto del clasismo de la sociedad chilena.
No es un tópico muy original ni tampoco hay innovaciones en las formas de narrar esta historia. Hay personajes típicos, como la madre popular y esforzada, el pololo pobre pero de valores firmes y el "pijecito" que se encandila con la sencilla pero bella y talentosa Carolina. La teleserie logra entretener y enganchar. Tiene buena factura, personajes divertidos, diálogos rápidos y situaciones que dan cuenta de una realidad santiaguina: gente que viaja horas en el transporte público para llegar lo más presentable posible a sus trabajos en el barrio alto. Es el caso del personaje de Francisca Gavilán, Jackie, la secretaria de Sofía Parker, quien llega a diario frente a su jefa para recibir un "o haces dieta o te pones tres tallas más, pero esto no".
Claudia Di Girolamo está muy bien en su personaje; da el tono justo para ser divertida en su afectación sin caer en la caricatura. Francisca Lewin no tiene el look de una chica de clase media, pero su actuación es creíble. "Las 2 Carolinas" tiene el acierto de tocar un punto sensible en la sociedad chilena, que es tener un título universitario, pero no las mismas oportunidades laborales de quienes pertenecen a ciertos círculos sociales. Ese tema, bien tratado, puede calar hondo. Y no se necesita de recursos burdos como poner a personajes escuchando tras la puerta o apareciendo justo en el lugar en que la protagonista se cambia de ropa a escondidas para asumir su vida personal. Es una teleserie, y debe tener sus intrigas, pero un buen guión debe evitar recursos que ahuyentan la credibilidad.