CHV puso este viernes fin a cuatro años al frente del Festival de Viña y, a partir del próximo 27 de marzo, comienza a escribirse una nueva historia. Ese jueves, al mediodía, la alcaldesa de la Ciudad Jardín debe tener sobre su mesa las propuestas de los canales interesados en quedarse con el certamen por el período comprendido entre 2015 y 2018. La respuesta de los canales a la convocatoria, a diferencia de hace cuatro años, se prevé contundente: al menos tres de las principales estaciones -CHV, TVN y Mega- han manifestado públicamente su interés e intentarán llegar ese día con la propuesta más atractiva. Canal 13, en tanto, planea evaluar antes los costos y beneficios de producir un evento de esta envergadura.
¿Qué elementos debe tener la nueva propuesta para convencer a la Municipalidad de Viña? Primero, no debería bajar del piso de 1 millón 300 mil UF que ofertó CHV a fines de 2010. Segundo, deberá cumplir con el requisito de convocar a compositores y músicos -incluida la SCD- con la intención de fortalecer las competencias. Tercero, contar con un plan anual de promoción de la ciudad. Y cuarto, y este es el aspecto más relevante, incluir una propuesta económica sólida que detalle cada aspecto de la inversión en la realización y transmisión del evento.
Este último punto es clave por los efectos que podría tener a futuro. Esto porque los canales licitantes tendrán que competir con propuestas económicas ambiciosas, que incluyan artistas de primer nivel, y eso necesariamente los llevará a buscar alternativas para costearlas. ¿Cómo podrían hacerlo? Ahí está el riesgo: subiendo los precios de los auspicios y el valor de las entradas. Incluso al interior de la industria ya hay quienes postulan que las entradas debieran tener valores diferenciados de acuerdo con la categoría de los artistas del show.
El tema plantea, entonces, un desafío mayor para el que se quede con el certamen, ya que deberá aprender a bucear en las nuevas circunstancias económicas para mantener el nivel del evento sin afectar el bolsillo de la gente. Aumentar, al menos en exceso, el precio de las entradas, atentaría directamente contra el verdadero espíritu del Festival de Viña del Mar, que ha logrado posicionarse durante más de medio siglo como un evento masivo, como la fiesta familiar de todos los chilenos.