Con el correr de las primeras semanas del año, las proyecciones de crecimiento para 2014 se han ido ajustando a la baja, principalmente por un escenario internacional menos auspicioso. En este contexto, las nuevas autoridades deberán instalar su agenda de modernización del país, incluyendo las transformaciones prioritarias del programa de Michelle Bachelet y, al mismo tiempo, ir abordando los desafíos en diversos ámbitos del desarrollo.
Para lograrlo, será necesario corregir tres deficiencias de la actual administración: 1) Mejorar el diagnóstico de lo que ocurre en la economía; 2) Enfocar las políticas públicas a objetivos de largo plazo; y 3) Alinear a los actores relevantes en torno a una agenda nacional.
En primer término, es indispensable que las autoridades económicas elaboren y comuniquen un diagnóstico realista de los factores que impulsan y obstaculizan el crecimiento. El actual gobierno confundió los vientos favorables que venían del exterior con el resultado de su gestión, lo cual alimentó más su autocomplacencia que la capacidad de identificar y enfrentar los verdaderos desafíos del desarrollo. El peligro es que la nueva oposición herede este diagnóstico simplificado y haga más áspero el diálogo político.
No se debe perder de vista que nuestra economía sigue siendo muy dependiente del escenario internacional. Los factores externos que están ejerciendo mayor influencia en ella son la reducción en el crecimiento de China, la moderación del precio del cobre y la mayor incertidumbre en los mercados financieros de las economías emergentes.
La transmisión de estos efectos al plano interno ocurre, principalmente, a través de la inversión y el empleo. La primera tuvo una marcada desaceleración en 2013, mientras el empleo probablemente tenderá a frenar su dinamismo en 2014. Los puestos de trabajo creados el año pasado estuvieron concentrados en la construcción y en el comercio, sectores que están proyectando una baja en su crecimiento para este año. Los sectores productores de bienes transables vienen disminuyendo su ocupación desde el segundo trimestre de 2013. Esta tendencia se verá acentuada por el esperado aumento en la inflación.
Cuando el diagnóstico de los factores que empujan u obstaculizan el crecimiento está bien fundamentado -y es comprendido por la sociedad-, es posible concentrar el esfuerzo colectivo en los desafíos más relevantes, evitando las políticas orientadas al corto plazo, que tienen escaso beneficio en el crecimiento potencial del país.
En cuanto al enfoque de las políticas públicas, sólo a partir de un diagnóstico riguroso y de los objetivos que se quiere alcanzar, el gobierno puede -y debe- delinear un plan de acción de largo plazo, que asuma todos los temas de fondo. El periodo presidencial de cuatro años fija un plazo para la acción, lo que no debe confundirse con el horizonte en que se piensan las políticas. Estas dos perspectivas (de la acción y de la visión estratégica) no están bien integradas en la institucionalidad del sector público, lo que lleva a privilegiar las medidas que rinden resultados inmediatos, más asociados a ciclos electorales que al largo plazo. Corregir esta deficiencia requiere modernizar la institucionalidad pública y no necesita extender el período presidencial.
Contar con un diagnóstico riguroso, tener claridad en los objetivos y asumir una visión estratégica permitirá abordar las necesarias transformaciones en algunos casos, y dar lógica de continuidad en otros. La ventaja de enfrentar los desafíos relevantes para el desarrollo a través de una agenda integrada de acciones, es que considera tanto las reformas relevantes como la mantención de políticas o programas exitosos. Esto permite una mejor distribución de los costos y beneficios en toda la sociedad, además de aprovechar las sinergias que se trasladan de un sector a otro.
Finalmente, para avanzar en la concreción de la agenda del gobierno es indispensable alinear a todos los actores relevantes. Es responsabilidad del gobierno crear un ambiente de diálogo y de búsqueda de acuerdos amplios, no sólo en el Congreso, sino también con el sector privado, los trabajadores y la sociedad civil, que son fundamentales para acelerar el progreso del país. El actual gobierno, preso de su autocomplacencia, subestimó la importancia del diálogo social, retrasando los avances en la agenda de modernización del país.
En síntesis, los desafíos que impone 2014 y la instalación de la agenda del nuevo gobierno, hacen indispensable corregir las debilidades que se han observado en la administración que termina: mejorar la calidad del diagnóstico asociado a los factores clave que inciden en el crecimiento; establecer una visión estratégica de largo plazo para abordar los temas de fondo; y fortalecer el diálogo social para movilizar al conjunto de actores relevantes en torno a la agenda de desarrollo.