La fiebre festi-viñamarina se viene. Los equipos televisivos se trasladan a la V Región, las figuras y figurillas repasan sus tenidas, y los comentaristas de farándula afilan la lengua. No importa de qué canal sean. El epicentro está en Viña y contra eso más vale no pelear.
Pero este verano de 2014 no hubo que esperar hasta febrero para escuchar el griterío festivalero. Desde el 10 de enero, todos los fines de semana, salvo uno (el 18 de enero), ha habido alguna fiesta masiva transmitida en vivo por la televisión abierta. Y todos obtuvieron el primer lugar de sintonía los días viernes o sábado en que se emitieron.
Mega insiste en su apuesta por Viva Dichato, sacando cuentas alegres en sintonía y con bajísimos costos de producción. Su consigna son los hits, no importa de qué época. La primera noche levantaron una "Cumbre mundialera" con Carlos Caszely, Los Ramblers y otros próceres en el escenario, cantando puros éxitos músico-futboleros del siglo pasado. Y para la última noche, el próximo sábado, preparan una "Cumbre de teleseries" con hits de telenovelas chilenas y nombres probados de la canción romántica: Pandora y Sergio Dalma. En Mega dicen que con un artista de Viña pagan a todos los de Dichato. Creatividad, pocas chauchas y promedios de sintonía cercanos a los 20 puntos.
TVN también la supo hacer, sacándoles lustre a los convenios con los municipios de Tierra Amarilla y de Antofagasta, para la emisión de sendos festivales masivos, populares y gratuitos. En ambos casos, el canal público solo se hizo cargo de la transmisión y los animadores, ya que la producción y contratación de artistas está en manos de las respectivas municipalidades. El primero de estos tuvo un rating promedio de 17 puntos, en enero; y el segundo partió antenoche con una media de 11,5 puntos que, si bien no es una gran cifra, fue la sintonía más alta en ese lapso. Y anoche, el certamen antofagastino "competía" con el de Dichato.
Hace tres semanas, y sin temor a saturar, TVN exhibió el Festival del Huaso de Olmué, más centrado en la música chilena pero sin olvidar que un festival veraniego es sinónimo de gusto masivo y popular. Las cuatro ediciones promediaron 18 puntos. Esta vez, eso sí, el costo fue mayor, porque el canal se hizo cargo de la producción.
Estas apuestas no les traen mayores dividendos comerciales a los canales, pero sí una audiencia que el fin de semana es esquiva, además de difusión de prensa y la posibilidad de sintonizar con lo que ocurre en el verano chileno: todas las comunas aspiran a tener su festival.
Chilevisión no necesitó hacer nada de esto, porque tiene Viña, un certamen de pantalones largos, cuyo costo supera los US$ 10 millones, que tiene acreditados a 400 periodistas de nueve países, y que mueve a toda la televisión abierta durante dos semanas. Eso sí, después de la reciente seguidilla de festivales, Viña tiene la obligación de superar con creces la audiencia de estos, así como la calidad artística de sus shows.