David Fernando Pérez tiene 9 años, su padre es chileno y su madre, sueca. Juega en la Sub 11 del IF Brommapojkarna de Suecia, y según registros de prensa es observado por el Manchester United y el Barcelona. Gérard Collao Venegas tiene 16 años y nació en Viña del Mar. Actúa de volante o delantero en el PSG francés. Matías Fracchia ya cumplió los 18 años y es hijo de Marcelo, ex mediocampista uruguayo de Temuco y Colo Colo, entre otros clubes. Nativo de Santiago, se radicó junto a su familia en Estados Unidos. Zurdo, es zaguero y ya defendió a la Sub 20 de Estados Unidos. Nazareno Fernández tiene 15 años y es hermano de Matías. Defensa central, en el Villarreal español hace rato que lo conocen. ¿Qué tienen ellos en común? Que las selecciones menores chilenas ya fijaron su atención en ellos, como parte de una estrategia que persigue recapturar a los cerebros futbolísticos que por una u otra razón "se fugaron" del terruño.
Vamos por parte. Con la discreción de quien llega sin invitación a una casa de desconocidos, Hugo Tocalli ya construyó su búnker al mando de las selecciones menores con la envidiable tranquilidad de saber que recién el próximo año su trabajo -y el de sus asesores- afrontará una competencia oficial. El argentino se las ha ingeniado para armar un equipo de confianza, en el que los cargos clave son ocupados por dos compatriotas: Claudio Vivas, en la Sub 20, y Alfredo Grelak, en la Sub 17. Una apuesta riesgosa tratándose de dos foráneos que claramente no tendrán injerencia alguna en cómo se trabaje en los clubes nacionales.
Es innegable que Tocalli, un caballero que pocas veces pierde la compostura y que en su paso por Colo Colo demostró un nivel de estoicismo casi sobrehumano, sabe del desarrollo de las categorías inferiores. Lo demuestra su exitoso currículum y esa vocación explicativa, tan propia de los entrenadores trasandinos, que tiene cada vez que argumenta. Se le ha escuchado poco, eso sí, tras su retorno a Chile. Tal vez no ha querido importunar su proceso de reinserción en el fútbol chileno, en el que sus colegas nacionales no se caracterizan por brindar afectos al forastero.
Lo cierto es que Tocalli ya ha empezado a articular el Centro de Detección de Talentos, que tiene este apartado internacional inédito para el hallazgo, seguimiento y posterior nominación de jugadores menores que integran equipos en el extranjero. Tocalli y compañía han determinado que se hace imperativo salir a buscar en el extranjero a los Messi chilenos, no porque acá no los haya, sino que porque posiblemente es más fácil encontrarlos afuera. La pregunta es hasta dónde quiere él replicar esta búsqueda en Chile, con cuántos recursos contará para hacerlo y hasta dónde los clubes chilenos querrán que escudriñe en sus divisiones menores, cuando en realidad ese plan puede interferir en el desarrollo del talento y gran capital de muchas sociedades anónimas deportivas.