Como ocurrió con "Violeta se fue a los cielos", otra exitosa película, "No", ganó fondos del Consejo Nacional de Televisión para exhibirse en la pantalla chica incluyendo más escenas que las de la versión cinematográfica. Dirigida por Pablo Larraín, "No" es la única cinta chilena que ha llegado a la final de los premios Oscar y ha sido aclamada por la crítica en muchos países. ¿Vale la pena destinar fondos para alargar una obra que tiene suficientes méritos?
En el caso de "No", como en el de "Violeta...", la respuesta es sí. Pero -al menos en los dos primeros capítulos de la serie- las escenas extras no parecen tan necesarias como sí ocurría con la realización sobre la cantautora chilena, donde ciertas dimensiones de ella no quedan del todo delineadas en la versión cinematográfica. La película sobre el plebiscito de 1988, en cambio, tiene la virtud de dar a entender muchas cosas sin hacerlas demasiado explícitas y sin abundar en detalles. Los minutos nuevos que aporta la versión televisiva dejan aún más claros los conflictos e incluso reiteran las ideas principales.
Al revisar los dos primeros capítulos de "No, la serie" -exhibidos por TVN y con ratings promedio de 13,6 y 11,5 puntos- encontramos escenas en que el protagonista René Saavedra (Gael García Bernal) enfrenta al político José Tomás Urrutia (Luis Gnecco, notable, encarnando la filosofía de "en la medida de lo posible") y le agradece, irónico, por invitarlo a "escuchar charango y tomar vino navegado" en las reuniones de planificación de la campaña por el No. Saavedra, un retornado que ha logrado reinsertarse en el Chile de Pinochet gracias a su éxito como publicista, insiste en que "para que esto funcione" necesita "carta blanca" y sacar a todos los "deprimidos y expertos en charango".
En la serie hay varios episodios de la pugna entre Saavedra y el realizador de izquierda Fernando Arancibia (Néstor Cantillana), que dejan claro cuáles son los mundos que chocan. También hay escenas en que ambos llegan a acuerdo, en las que se decide que deben adueñarse de la "alegría" y de la voluntad de enterrar el miedo.
Son escenas que, al explicitar el conflicto, aportan en la comprensión de la historia, sobre todo para las nuevas generaciones. "No", la película, es genial por narrar una epopeya que conmovió al mundo y, a la vez -y a través del escepticismo del protagonista-, mostrar cómo se sentaron las bases del Chile de hoy. La serie abunda en eso y en mostrar, con más detalle aún, el fracaso del protagonista en su vida personal, justamente por estar en medio de estos dos mundos.