"¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora?": así comienza el incisivo soliloquio de "El innombrable" (1953), la novela de Samuel Beckett. Ese texto, más otros, como "Lo crudo y lo cocido" (1964) de Claude Lévi-Strauss, y el Scherzo de la Sinfonía Nº2, "Resurrección", de Mahler, le sirvieron a Luciano Berio (1925-2009) como base para construir la parte central y más extensa de su "Sinfonia" (1968-69), obra maestra total que incorpora pasajes literarios y musicales, y al mismo tiempo propone nuevos y magníficos derroteros, con ocho cantantes amplificados y repartidos en medio de una gran orquesta.
El viernes, en un concierto que estará entre lo mejor del año, el director valenciano Josep Vicent y la Orquesta Sinfónica cerraron el XIV Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile con esta obra crucial, nunca antes tocada en el país.
Vicent, riguroso y carismático, construyó impecablemente las cinco, e intrincadas, secciones en evidente comunión con cada intérprete. Entre muchos aciertos, destacaron el primer violín Alberto Dourthé, que entregó sus solos, tan bonitos, con gusto y solvencia; los bronces y la percusión, precisos en sus ataques concertados, y la Camerata vocal (director: Juan Pablo Villarroel), justa en sus delicados acordes y cantinelas, y elegantemente sarcástica en la declamación rítmica de los textos. Siempre citando a Beckett, uno de los cantantes insiste aquí en su llamado a continuar, "Keep going!", un mensaje vital que también es una conminación a crear: aparte de la Segunda de Mahler, en esta parte la "Sinfonia" hace ¡22! citas a otras obras, desde Bach hasta Stockhausen, una manera de dar cuenta del muy diverso patrimonio del músico del siglo XX y que es, en conjunto, formación e inspiración para seguir adelante. El público premió con una ovación larga, aplaudiendo a cada solista y sección de la orquesta con auténtico agradecimiento.
El concierto se había iniciado con "La fundición de hierro" (1927) de Alexander Mosolov (1900-1973), ejemplo de la música soviética realsocialista, descriptiva y movilizadora. Luego, "Volveremos a las montañas" del chileno Gabriel Brncic (1942), atractiva en la maestría de su orquestación de bloques densos, y el estreno absoluto de "Supernova" (2013) del también chileno Andrés Maupoint (1968), que desde un cluster en las maderas desarrolla un discurso de atmósferas que evocan la explosiva muerte de una estrella. Muy buena música, cercana a la sensibilidad del siglo XXI, con la que las preguntas de Beckett parecieron bien respondidas: Aquí, 2014, nosotros.