Cuando se acaba el año, los dirigentes del Consejo de Presidentes se juntaron para aprobar casi por unanimidad un préstamo de la banca privada por 30 millones de dólares. Básicamente, para saldar las deudas con los factoring, que tiene acogotados a por lo menos una decena de clubes profesionales. La reunión se cerró con aplausos y la gran mayoría se fue para la casa con la conciencia tranquila del deber cumplido, que no es otro que el de mantener el statu quo que tanto les acomoda a los poderosos -la U ni siquiera asistió, por ejemplo- y tanto les sirve a los que operan al límite de lo ético.
La cesión bancaria se va a amortizar descontándoles a los clubes lo que recaudan por los derechos del Canal del Fútbol, repitiendo una fórmula financiera que no se discute a partir de los principios de gestión que hace rato instituyeron los dirigentes. Porque si hay algo claro de todo esto, es que desde que el fútbol chileno encontró su mina de oro en la explotación de las transmisiones de los partidos a los abonados a la televisión pagada, y que se ha convertido por lejos en el principal capital de la actividad, mucho se dejaron de preocupar de que el ejercicio financiero fuera deficitario y solo les ocupó mantener la categoría, al costo que fuera, para seguir percibiendo ingresos.
Desde que se fundaron las sociedades anónimas deportivas en el fútbol, los cuestionamientos internos sobre la administración particular de cada club y la vinculación con el resto de sus socios a través de la ANFP han sido soterrados. Solo se han expuesto cuando ha habido una pugna de poderes o un compromiso mayor y apremiante, como en este caso fue la millonaria deuda con los factoring . Coincidente con el mínimo acceso que hay a las sesiones del Consejo de Presidentes, donde se supone se fijan o debaten ciertas normas éticas de una existencia en común, los dirigentes solo "hablan" cuando entregan su balance (Fecu), asunto del que los socios con suerte saben que existe por ley y que el mismo periodismo especializado no ha sabido escudriñar.
Es así que amparados en el concepto de corporaciones de derecho privado, algunos clubes han triangulado contratos de futbolistas para eventualmente lavar activos o eludir impuestos, se han endeudado varias veces más de sus ingresos fijos proyectados, han accedido a la propiedad de las instituciones por intermedio de préstamos usureros o sencillamente adquiriendo la institución a quienes se la habían apropiado de manera irregular.
El directorio de la ANFP hizo la pega al conseguir un préstamo con la banca formal y aliviar la tesorería de los clubes endeudados. La labor como mesa mandatada fue eficaz, hasta proactiva si se quiere. Pero donde está al debe -y donde Jadue puede sentar las bases de su legado si es que no le importa el costo político- es en fortalecer éticamente un sistema que permite ser corrompido por socios que actúan impunemente, ciertos de que sus iguales harán la vista gorda, porque saben que algún día el turno puede ser de ellos.