En el mundo del teatro existe la expresión “meterse en un jardín”; se usa cuando los actores comienzan a enredarse en su parlamento, comienzan a hablar por hablar o porque han olvidado el texto que les toca a continuación. Algo así pasa en “Secretos en el jardín”, la nueva teleserie nocturna de Canal 13 que debutó esta semana y que puso a un supernumerario elenco a protagonizar una historia de corte policial, con base real y visos de época, pero con una —aparentemente— condicionada libertad para desarrollar una trama que la haga salir de ese lugar donde la confina ser “la historia de los sicópatas de Viña del Mar”.
Desde su primer capítulo, “Secretos en el jardín” se presenta como una ficción que apuesta ambiciosamente a la complicidad del espectador. Con el terreno ganado por “Los 80”, se asume que las reconstrucciones de época son de fácil digestión. Con la popular crónica roja como referente histórico, se espera que a nadie le impacte arrancar una narración con la dramatización de varios crímenes que, cada uno en sí mismo, implican un amplio y profundo campo dramático para recorrer. Pero, lo cierto es que en sus primeras emisiones todos esos supuestos terminaron enredando innecesariamente la producción.
Porque aunque el esfuerzo de producción es notable en la recreación ochentera de una ciudad como Viña del Mar, hay un abuso de recursos de efecto pop, como la constante utilización de escenas relacionadas con el Festival de Viña del Mar. Es más, esa aparente búsqueda de liviandad también termina atentando contra el tono dramático de la narración. Porque mientras una ciudad parece celebrar el fin del verano, hay historias trágicas que irrumpen quebrando en forma casi equitativa ese solaz.
Y sí, claro que la vida es así. Pero esa ambivalencia se comprende fácilmente en la realidad, y no necesariamente en los primeros minutos de su representación.
La historia creada por Nona Fernández —guionista con oficio reconocido— se enreda en su ambición de ser fiel a la realidad. Para complicarla aún más, los intérpretes a cargo del desarrollo de la trama parecen igual de disociados respecto del rumbo que seguirán.
Es evidente que en “Secretos en el jardín” falta una dirección más férrea, una que entre otras cosas sea capaz de alinear a los actores en el tono dramático que tendrá la producción. Porque aunque este elenco parece elegido con pinzas, con intérpretes notables como Daniela Ramírez, Francisca Lewin, Alejandro Goic, Néstor Cantillana, Julio Milostich y Mario Horton, cada uno pareciera estar interpretando una nueva versión de su mejor registro personal, con escaso sentido de unidad. Esto se hace más evidente cuando se dan excesos, como los de los personajes de Antonia Zegers o Cristóbal Tapia Montt.
Por ponerlo en lenguaje de cine, a ratos el tono de “Secretos en el jardín” parece ser el de un thriller de Quentin Tarantino y, a ratos, uno de Michael Mann.
Es notable que Canal 13 se aventure en las teleseries de género, pero la definición de éstas no puede ser solo la negación de lo que TVN hizo con producciones más de cámara como “Alguien te mira” o “¿Dónde está Elisa?”, que eran pura ficción sacada adelante con elencos reducidos y ambientación actual. A “Secretos en el jardín” todavía le falta hallar su camino de salida al enredo en el que se metió, y así encontrar su identidad.