Escuchar la música de Philip Glass es como cruzar un estero por las piedras: una vez que se está firme en una, se tantea un buen rato antes de dar el paso y apoyarse en la siguiente. Esa estabilidad, parte del enorme éxito de este compositor, se logra a fuerza de sentar primero una tonalidad bien definida y luego avanzar repitiendo cada secuencia de acordes o de arpegios varias veces y, cuando se ha completado el ciclo, volver a repetirlo todo de nuevo: el efecto puede ser el de un remanso familiar en el que uno se cobija o el de un llamado que inquieta por su insistencia. Y tal vez en esa tensión consista la mayor audacia de la propuesta.
Glass, al piano, y el violinista Tim Fain ofrecieron, en La Cúpula del Parque O’Higgins, el martes, un concierto que abarcó los últimos 40 años de la producción del músico estadounidense. Alternando piezas solistas y a dúo, Glass tocó “Mad Rush” (1979) y tres de las cinco “Metamorfosis” (1989), que, a diferencia de las grabaciones del mismo compositor, sonaron aquí con algo más de swing, y difuminadas por un pedal generoso; luego, “Wichita Vortex Sutra” (1969), en la que el piano acompaña el registro de la voz de Allen Ginsberg declamando su extenso poema pacifista.
Fain, por su parte, lució su dominio virtuosístico en la “Chacona” e “Evening Song”, ambas de la Partita para violín (2010-11), con intencionales reminiscencias bachianas. Y, junto a Glass, tres piezas afrancesadas de “The Screens” (1992), música para la obra de Jean Genet sobre la guerra de independencia de Argelia.
Para el final, “Pendulum” (2011), cuyos acordes respiran nostalgia, y dos encores: “Opening” de “Glassworks” (1982), para piano, y el “Knee Play 2”, uno de los cinco intermezzi de la ópera “Einstein on the Beach” (1979), una exigente partitura para violín solo que Tim Fain llevó al paroxismo con una apabullante técnica de spicatto (que se consigue haciendo rebotar el arco sobre las cuerdas) y a una velocidad estroboscópica que le dio un atractivo brillo a los tenaces arpegios.
Glass se preocupa de la comunicación con sus seguidores: con la mayor sencillez explicó cada una de las obras, y ambos músicos recibieron con humildad y satisfacción el efusivo aplauso, de pie, del público.