Trabajos de los últimos tres años de dos artistas nacionales nos propone el Museo de Artes Visuales. En alguna medida solamente relacionan ambos sus edades cercanas y muy diferentes reflexiones acerca de personajes o sucesos nacionales e internacionales de la segunda mitad del siglo pasado. Mario Navarro emprende, así, un homenaje visual al cantante popular y actor del ayer, el estadounidense Dean Reed, activista antiestadounidense. Para ello usa, unificador y simbólico, el color rojo. Colorea este sus pasamontañas de tela recortada, sus dibujos metálicos expresionistas y con atisbos de Bacon, sus juegos lineales no figurativos con círculos concéntricos que evocan parlantes, sus deformados frascos de vidrio para laboratorio, su amplio lienzo bordado con el homenajeado cual llanero solitario frente a un mundo por adoctrinar. A todos ellos se suman frágiles construcciones como castillos de naipes, también magnificados en grandes fotos suyas con líderes marxistas, o en madera y metal igualmente precario. Acaso los objetos mostrados —botas, a la vez polvorientas y caras; pistolas, inofensivas y burlonas— sinteticen mejor el anhelo frustrado de un soñador de ilusiones equivocadas.
Natalia Babarovic es ahora la segunda expositora del MAVI. Para sus pinturas recurre a un realismo muy personal sobre asuntos variados. Abarcan estos desde fotografías de revista sobre performances de autores famosos, y documentales de televisión extranjera, hasta retratos y escenas de nuestro doméstico devenir nacional. El dibujo figurativo de pastosos trazos negros cumple un rol fundamental en estos cuadros, integrándose estrechamente con una coloración al mismo tiempo brumosa y vital. Su cálida expresividad parece esconder, además, cierta dosis de crítica soterrada a nuestra época actual. Sin embargo, los atributos de la artista emergen con mayor plenitud en los cuadros de temática más simple. Por ejemplo, en la sugerente y formalmente hermosa “Camilla”. Se agregan a esta, en cuanto a interés cualitativo, “Ventanas” y dos pinturas mostradas con anterioridad: “Las niñitas”, que traen el recuerdo de Couve, y “Cielo”, una de las piscinas que, en sus aguas, reflejan con naturalidad la vegetación arbórea circundante. Entre las visiones de performances de los años 60, “Pintor” se impone por su autosuficiente sencillez. En los disparejos retratos convence más el gesto facial.
Geometría en MAC e Itaú
Aunque ya conocido en Chile con anterioridad, la primera exposición individual del parisino Georges Rousse (1947) se exhibe en dos locales santiaguinos, el MAC del Parque Forestal y la sede de Fundación Itaú. Si el recinto bancario ofrece fotografías de trabajos suyos, el museo universitario nos entrega, sobre todo, una obra realizada en nuestro propio país. Constituye una réplica de la “Hostería La rosa de los vientos”, de la célebre Ciudad Abierta de Ritoque. En negro y blanco absolutos, resulta una transfiguración del original a través de la ilusión óptica. Como el artista siempre acostumbra, la geometría y el mágico engaño al ojo son sus herramientas claves. Podría hablarse aquí, entonces, de una forma peculiar de op art, donde la figura geométrica y su fuerte colorido van bastante más lejos de incrustarse en la arquitectura. Es que, por el contrario, la forma abstracta permanece palpitante, flotante —cual pausa entre dos movimientos— dentro del estático espacio agredido. Si en la presente oportunidad se trata del traslado virtual de una construcción determinada, sus realizaciones actúan dentro de recintos abandonados o en vías de demolición. Son, por lo tanto, trabajos efímeros que sólo adquieren permanencia mediante el recordatorio fotográfico. Respecto a la obra chilena, de acuerdo a la ubicación física del observador ella cambia su apariencia exterior hasta convertirse en una gran estrella volumétrica en su fachada principal.
Muchas resultan las realizaciones de Rousse en todo el mundo. Sus fotos lambda en amplias dimensiones están para probarlo. Las hay ejecutadas entre 1995 y hoy día. Anotamos algunas. Numerosas aparecen las instalaciones en Francia: los insólitos rombos escarlatas dentro de un interior fabril (Vitry); el enorme círculo negro en una escalera (Chambery); el anillo transparente, blanco o rojo, en el palacio de Chambord; el rayado multicolor de Alfort; la atmósfera azul intensa que logra en Blanc-Mesnil; la amenazante bola bacteriana o el falso muro colorado que invaden encrucijadas arlesianas. Y fuera de su patria, entre otras, las intervenciones de Nepal —con el fuego y el agua como cómplices—, Casablanca, el rincón de pasillo berlinés trocado en grabado antiguo y el especial efecto de profundidad conseguido en Tsukamoto (Japón).
Laboratorio rojoHomenaje de Mario Navarro a un héroe fallido del siglo pasado
“Cómo desaparecer completamente”Personal realismo en las pinturas de Natalia Babarovic
Lugar: Museo de Artes Visuales
Fecha: hasta el 22 y el 29 de diciembre, respectivamente
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“Georges Rousse”Retrospectiva del artista francés y sus atrayentes juegos ópticos
Lugar: MAC, Parque Forestal, y Espacio Arte Abierto
Fundación Itaú
Fecha: 19 y 17 de enero de 2014, respectivamente