Cincuenta años después de su muerte, el mito de John F. Kennedy sigue vivo. ¿Cuál fue el secreto de su encanto? ¿Qué hizo que EE.UU. y el mundo cayeran bajo su embrujo? Ni siquiera fue un buen Presidente y no alcanzó a gobernar tres años, pero lo que hizo dejó una marca para las décadas siguientes, signadas por la Guerra Fría.
Se han escrito más de 40 mil libros desde la muerte de Kennedy y, según Jill Abramson, editora ejecutiva de The New York Times, ninguno es realmente bueno, porque son apologéticos, escritos bajo el influjo de los Kennedy, o superficiales. Ella solo salva "An unfinished life", de Robert Dallek, una biografía en serio, publicada en 2003. Dallek acaba de entregar otro libro sobre JFK, "Camelot's Court", justo para el cincuentenario del asesinato en Dallas, centrado en la política exterior y la toma de decisiones en momentos álgidos de su presidencia: Bahía Cochinos, el Muro de Berlín, la crisis de los misiles de Cuba y la entrada de EE.UU. a la guerra de Vietnam.
No es el único que aprovecha esta fecha para lanzar su obra. Están "Kennedy's last days", de Bill O'Reilly; "If Kennedy lived", de Jeff Greendfield, y "JFK's last hundred days", de Thurston Clarke. Muchos opinan que su gobierno fue bastante mediocre y que solo los éxitos fina- les lo salvan. Pero eso a nadie le importa. El mito del líder carismático, joven, buenmozo, vigoroso (pocos conocían sus tremendos problemas de salud), se terminó de construir con su asesinato, pero había comenzado mucho antes.
Norman Mailer lo captó durante la Convención en que fue nominado y escribió, en noviembre de 1960, lo que muchos dicen es el mejor retrato de John Kennedy. "Tenía el bronceado café-anaranjado profundo de un instructor de esquí, y cuando sonreía a la multitud, sus dientes eran impresionantemente blancos y visibles a 50 yardas... Era el príncipe y los mendigos de glamour mirándose desde cada lado de la calle". Mailer no estaba cautivado, sino preocupado: "Los demócratas van a nominar a un hombre... que será irremediablemente visto como un actor taquillero, y las consecuencias de esto son, quiérase o no, asombrosas y para nada fáciles de calcular". Y da en el clavo: "Forzosamente emergerá el mito, porque la política americana será aho- ra la película favorita, la primera soap opera , el best seller de América".
En su nuevo libro, Dallek entra de lleno en las dificultades de la administración, en lo complicado que fue nombrar a su equipo, que se dijo era de los "mejores y más brillantes", y sobre todo en los malos consejos que recibió en las crisis, especialmente de los asesores del Pentágono y la CIA, que todo lo solucionaban proponiéndole usar armas atómicas. Kennedy no queda bien parado. Dallek lo pinta dubitativo, inseguro y varias veces eligiendo la opción equivocada. Su gran éxito fue imponerse y evitar una guerra nuclear, no por contener a los rusos, sino a sus propios generales. A fin de cuentas, no es poca cosa. Dallek muestra sin piedad las debilidades políticas de Kennedy, pero no logra -creo- derribar el mito.