Han pasado 70 años desde la composición de la Quinta Sinfonía de Sergei Prokofiev, y la extraordinaria amplitud de su propuesta, el lujo melódico y su genial tratamiento, el ritmo obsesivo y el romanticismo que se cuela con reminiscencias del ballet "Romeo y Julieta" suenan todavía como un novísimo desafío a la más concentrada ejecución y audición contemporáneas. Esta sinfonía, la más reconocida del compositor ruso, fue el plato fuerte del estreno del ucraniano Leonid Grin como director titular de la Orquesta Sinfónica de Chile, el viernes, en el Teatro de la Universidad de Chile.
El experimentado Grin se aproxima a esta obra de manera sobria, casi escueta. Con sus tempi un poco más rápidos que los usuales, estrictos y sin concesiones, y su manejo del volumen nunca demasiado contrastado, construyó una versión clásica, más bien conservadora. El Allegro non troppo e molto maestoso - Allegro con spirito , aunque con dudas al comienzo, se encaminó para el logro de la majestuosidad que pide el compositor y tuvo un final, con el impactante y sostenido tutti , muy bueno; tanto, que arrancó aplausos de un público entusiasta. El segundo movimiento, Allegro marcato , comenzó mejor, con el clarinete de Francisco Gouet dando cuenta del bienhumorado tema inicial de este scherzo sobre un acompañamiento mecánico y vehemente de la orquesta. Después de la sección más lírica, el motivo inicial reaparece, ralentizado y ominosamente transformado en las trompetas en su registro más bajo; las secunda un inquietante contrapunto de trombones y cornos, todo dentro de un marco riguroso de pulsos de la tuba, los arpegios en pizzicati de las cuerdas, el piano y los timbales. Este pasaje clave, sobrecogedor, marca un cambio de ánimo para lo que sigue en este movimiento y el final de la sinfonía. Por eso hay directores que eligen desgranarlo muy lentamente, pero Grin fue conservador en esto también y no frenó demasiado, tal vez por la respuesta todavía desigual que obtiene de la Sinfónica. El Adagio y el Allegro con fuoco sonaron inobjetables, pero hemos escuchado ejecuciones más inspiradas del maestro con la misma orquesta.
Antes se ofrecieron la "Marcha eslava" y la "Suite de El lago de los cisnes" de Tchaikovsky, dos hits asegurados. Grin pareció más dueño de la orquesta aquí, siempre dentro de su marco ascético. El conjunto y su director comienzan a compenetrarse, y los conciertos que siguen -sobre todo los de la auspiciosa temporada 2014- animan a seguir de cerca el sonido que irán logrando.