No es que las cosas sean más fáciles para la familia Herrera en esta sexta temporada, que debutó antenoche en Canal 13. En un capítulo que fue premiado por la audiencia con un promedio de 27,4 puntos de rating -le siguieron Mega (11,2), TVN (9,4) y CHV (7,9)- vimos a la familia más resiliente de Chile volviendo a levantarse tras la seguidilla de desgracias que no le dio tregua en el ciclo de 2012. Juan vuelve a ser un obrero de overol, tras perder su pequeña empresa en una humillante estafa ocurrida el año anterior. Ana, la madre, debe volver a trabajar y, junto con un uniforme nuevo, recibe la posibilidad de ser "jefa de tarjetas de crédito" en una multitienda.
Este primer capítulo recupera el encanto de anteriores ciclos, en los que los problemas más graves son suavizados por situaciones divertidas o tiernas. Esta vez, Juan Herrera debe ver cómo su mujer tiene mejores oportunidades de trabajo que él -certero retrato de cambios sociales en los 80-, lo que le provoca una inconfesable pero evidente rabia. Y ese proceso de sentimientos sucios -tan comunes pero tan impresentables dentro de todo matrimonio- tiene su correlato en una divertidísima situación con un cálefon moribundo, cuyos estertores hacen sufrir a toda la familia cada mañana. El padre se niega a darlo de baja e insiste en intentar repararlo y la madre, aburrida de las duchas frías, va y compra uno nuevo. Un clásico del "hogar, dulce hogar" chileno.
"Los 80" cambió de director esta temporada. Rodrigo Bazaes, el director de arte, reemplazó a Boris Quercia en la dirección general. Las diferencias en relación al ciclo anterior no están tanto en la imagen y en la puesta en escena, que mantienen su calidad, sino en el guión. Ana (Tamara Acosta, sólida) recupera la fuerza que la hizo ser el motor de la acción en las temporadas iniciales de la serie. Y el padre, Juan Herrera, muestra una gama de sentimientos contradictorios que hacen brillar al actor Daniel Muñoz.
Los niños de la ficción, Félix y Bruno, vuelven a ser compinches, ahora acompañados por la polola del primero. El trío protagoniza una aventura de ribetes dramáticos -descubrir una supuesta infidelidad de Exequiel, padrastro de Bruno-, pero que vista con ojos de niños se convierte en un episodio donde también caben el humor y la ternura. .