COMO TODOS LOS DOMINGOS, “los chilenos” tenían encendidos ese 9 de septiembre sus pequeños televisores blanco y negro. A las 10 de la noche en punto sintonizaron Canal 13, en la certeza de que sus vecinos, familiares y amigos estaban exactamente en lo mismo —ojalá que esta vez no se cortara la luz, dejándonos la pantalla titilando en gris—, y en la esperanza de que los personajes de “A esta hora se improvisa” dijeran “qué estaba pasando”… y “qué podía pasar”.

Era el oráculo en esos convulsionados días, el primer programa de debate político que tuvo la televisión chilena, desde abril de 1969 hasta el 9 de septiembre de 1973, cuando la tensión, la violencia cruzada y la incertidumbre recogían el alma del país entero.

Ese domingo sería su última transmisión con sus habituales integrantes.


“YO PARTÍ PREGUNTÁNDOLES exactamente eso a los panelistas esa noche”, me comenta hoy Jaime Celedón —creador y conductor del histórico programa, pero además un protagonista de esos días—.

“Les pedí a todos que se pronunciaran, diciendo más o menos esto: la situación de este país ha llegado a su límite —recuerdo que estaba muy conturbado—, de manera que como este programa tiene tanta sintonía y ha ido representando lo que está pasando en el país, yo quiero que, para la historia, cada uno diga en qué postura está frente al momento crítico”.

“Jaime Guzmán hizo un speech memorable. Julio Martínez —el hombre que recogía el sentido común— dijo algo así como: “yo estoy por que se mantenga la calma, por que no haya cambios y que superemos esto”.

—Y usted, Jaime, ¿recuerda qué dijo?
—Dije que lo único que no quería era guerra civil. Dije: “Confío en que la reunión de mañana (lunes 10) entre Patricio Aylwin y Salvador Allende produzca el cambio que se necesita”. El encuentro estaba anunciado, pero jamás se hizo.

Ese lunes, en cambio, fue el día en que el almirante Merino envió a Pinochet, a Gustavo Leigh y a César Mendoza aquella carta en que los notificaba que partía a “alta mar” y fijaba las coordenadas del día “D”.


CONVERSÉ CON EL MULTIFACÉTICO CELEDÓN frente un antediluviano aparato de VHS, en el cual podemos ver lo poco que ha quedado de testimonio de “A esta hora se improvisa”. El programa se transmitía en vivo y se grababa en unas cintas que más tarde se “aprovechaban” y se seguían usando en otras cosas. Curiosamente, lo que queda hoy es el primer programa después del triunfo de la Unidad Popular —con José Tohá y Juan Hamilton de invitados y los recordados panelistas Germán Becker, José María Navasal, Raúl González Alfaro y Julio Martínez— y un retazo del último, con una intervención de Jaime Guzmán reveladora de lo que ocurriría horas más tarde.


VESTIDO DE SPORT y con continuos arranques de humor, como un espadachín, Guzmán tomaba a empeñones la palabra:

“Siempre ha habido y habrá problemas en el país. Yo creo, sin embargo, que la diferencia entre este gobierno y los anteriores es que nunca estuvimos más sostenidamente en descenso que ahora. Vamos en una pendiente guarda abajo”.

Quienes le peleaban la pantalla y lo contradecían en ese momento eran dos personajes, más bien desconocidos. Uno, Jorge Palacios, filósofo, dirigente del PCR —Partido Comunista Revolucionario— que dirigía el periódico “El Pueblo”; el otro, Rodrigo Campo, abogado. La argumentación de ambos ultras —más a la izquierda que la UP— era: “La vía no es parchar el capitalismo, sino sustituirlo. Hay una acumulación de la crisis en los regímenes capitalistas. Los chilenos no pueden optar entre un mal mayor, un mal menos malo y un mal menor. Hay que cortar esto de raíz”.

“Palacios y Campo se integraron al programa al final, me cuenta Celedón. Y fue cuando renunciaron al panel en abril José Miguel Insulza y José Joaquín Brunner, que representaban la defensa de la UP. Mandaron una carta en que exponían razones de falta de garantías en el programa, la que yo leí en cámara”. Buscando cómo reemplazarlos, se conectó con grupos de izquierda más bien maoístas. “Y en una reunión en un café de la calle San Diego, estos dos nuevos panelistas me aceptaron participar”.


EN FORMA PREMONITORIA, Jaime Guzmán argumentó a sus dos contrincantes, que desacreditaban por igual al gobierno de Allende y a la oposición: “Los países tienen que dirigirlos grupos más o menos organizados. Y ocurre que en Chile se ha organizado un grupo que se llama la Unidad Popular; existe otro grupo organizado en vastos sectores partidistas y gremiales que está en la oposición , y existe un tercer sector organizado que se llama las Fuerzas Armadas. Si no puede gobernar ninguno de esos dos sectores civiles —interpeló a sus contradictores recogiendo su discurso—, no quedan más que las Fuerzas Armadas, porque la gente suelta no puede gobernar las naciones”.

“Todos hablamos de golpe ese día como una posibilidad real”, reflexiona Celedón mirando hacia atrás. Además de los mencionados, ese 9 de septiembre estuvieron en el set Jorge Navarrete, Alejandro Magnet y Jorge Dahm. Como invitadas, tres mujeres: Margarita Zavala de Allamand —abogada, madre de Andrés— por el Partido Nacional; Raquel Hurtado —madre de Álvaro García— por las mujeres DC, y una tercera, dirigente gremialista. Y es que el tema del momento era precisamente la irrupción de las mujeres en la política; las tres defendieron ardientemente valores como la familia y la paz.

Le pregunto hoy a Jorge Navarrete, cuál fue su postura ese día. “Yo dije que para mí, al igual que para el grueso del Partido Demócrata Cristiano, un golpe de Estado sería una cosa trágica para Chile, pero que si la división continuaba extremándose, y al final las únicas opciones eran un golpe de Estado o una guerra civil, yo estaba por el golpe”.


ENTRE LOS RECUERDOS CLAVE que hace Jaime Celedón de esos días decisivos está la integración al team de “A esta hora se improvisa”, de Jaime Guzmán. “Me llama Fernando Castillo Velasco, el rector de la UC, y me cuenta que en la universidad hay un movimiento que se llamaba ‘gremialista’. Lo estaban apoyando mucho en el Consejo, por lo que me pedía que integrara a su líder al programa. Jaime Guzmán Errázuriz, se llama, me dijo. Y yo lo asocié de inmediato a su padre, a quien conocía del fútbol. Se acordó una reunión para conocernos en la que el muchacho me trataba de ‘don’ y no abrió la boca. De manera que lo invité, pero solo a hacer una prueba el domingo siguiente”.

El desenlace es parte de la historia. “Enjuto, pálido, esa noche estuvo simplemente brillante. Cuando se lo dije al final del programa —después de hacerlo sufrir un rato con mi silencio— quedó contentísimo”. Contento e integrado a ese grupo de panelistas que cuando salían del programa bien avanzada la noche, se encontraban con grupos de gente que venía a aplaudirlos o a insultarlos a la puerta de la UC de Alameda al llegar a Portugal.

“Salíamos caminando rumbo a la Plaza Baquedano donde estaba el Oriente; ahí comentábamos el programa y nos comíamos unos sándwiches”.


PERO A MEDIDA QUE PASABAN LOS DÍAS en 1973, el ambiente era cada vez más tenso, y ellos lo vivían, incluso con temor.

“Tengo muy malos recuerdos. Llegó un momento en que yo no salía a la calle; Jaime Guzmán tampoco. Había demasiados grupos extremistas y éramos muy conocidos. Salir sin protección era una locura. Las autoridades que convidábamos al programa llegaban escoltados con guardias armados; unos entraban hasta el estudio, mientras otro se quedaban en la puerta”.


EN “A ESTA HORA SE IMPROVISA” DE ESOS ÚLTIMOS MESES, no solo se debatía e informaba, sino que los acontecimientos políticos ocurrían dentro de ese set atiborrado por el humo de los fumadores.

Memorable, por ejemplo, es cuando va al programa, como invitado, el dirigente del gremio de los camioneros, León Vilarín, quien tenía una orden de detención por Ley de Seguridad Interior. Investigaciones lo buscaba y, claro, ahí finalmente lo encontró, si estaba en pantalla.

“Yo me sentía muy responsable de haber traído a este hombre que andaba escondido, cuando nos avisan internamente que han llegado los policías a la universidad. Lo que atinamos fue —mientras se transmitían las pausas comerciales y los agentes subían hasta el cuarto piso—, sacar a Vilarín por dentro hasta el hospital de la UC, ubicado en la misma Casa Central. Todo un operativo que terminó con nuestro invitado toda la noche en calidad de enfermo en una camilla, hasta que al día siguiente salió a su escondite habitual”.


OTRO ACONTECIMIENTO POLÍTICO de esos días ocurrido en el set del programa: el invitado era el general de Aviación César Ruiz Danyau, recién relevado por Allende de la Comandancia en Jefe. Asistió con su traje militar con todas las estrellas del cargo del cual acababa de ser apartado y pidió que su intervención fuera transmitida también a través de la radio, cosa que se consiguió con Cooperativa.

“Me dio a entender que él diría una frase clave, comenta hoy Celedón recordando ese tremendo golpe noticioso… Por más que reviso el texto —que se publicó íntegro en la prensa— no logro saber cuál era la frase clave. Pero estoy convencido de que fue ese domingo 15 de julio cuando comenzó a concretarse el golpe militar”.


UN DÍA DESPUÉS DEL ÚLTIMO PROGRAMA, —el 10 de septiembre—, Celedón convida a su casa a otro de los personajes que debía andar con cuidado esos días, el presidente de Sofofa, Orlando Sáenz. A las 12 de la noche golpean la puerta de la casa. “Aunque asustados, decidimos abrir, y ahí estaba Fernando Agüero, gerente de Sofofa, que venía a informar que ‘estaban encendidas las luces de las oficinas del Ministerio de Defensa’… Apenas se fueron, me comuniqué con Eduardo Frei hijo para que su padre tomara las providencias…”.