Además de belleza, una selección del rico arsenal del Museo Etnológico de Berlín nos demuestra varias cosas en nuestro Centro Cultural Palacio La Moneda. Desde luego, la supremacía de la escultura y la diversidad creadora de las distintas regiones del continente negro. Dadas las particulares condiciones climáticas predominantes en este y que la madera ha sido siempre el gran material de sus obras, los testimonios artísticos que se conservan no alcanzan más allá del siglo XVI. En cambio, los aportes más abundantes corresponden al siglo XIX y a los inicios del XX. De fechas antiguas nada se sabe, pero es indudable que lo conservado proviene de una larga evolución estética que lo respalda. A la vez, solo desde estos tiempos más recientes han contado sus artistas con metal para trabajar: el latón introducido por los portugueses. También el conjunto visitante deja ver la diversidad de funciones que desempeñaron las obras expuestas: religiosas, conmemorativas, ornamentales, de realce real y social. Se sabe que sus autores fueron sobre todo cortesanos y miembros de gremios. Una muy interesante fotografía de hace cien años atrás nos muestra un palacio real -de Banum-, en Camerún. Si bien constituye en esencia una arquetípica choza africana con techo de paja, sus dimensiones resultan grandiosas. Ahí, el peso visual de esa extensa techumbre se equilibra armoniosamente con las verticales de su ancha fachada. En ella se suceden hileras de pilares, saturados por tallas escultóricas con figuras humanas, las que, asimismo, enmarcan puertas.
Al reino de Benín pertenecen los ejemplares de los siglos XVI y XVII que se exhiben. Realizados en latón, conforman estupendas cabezas conmemorativas de reyes y de reina madre -todos con los típicos aros que alargan sus cuellos-, y placas con relieves de monarcas, príncipes y dignatarios. Su realismo idealizado alcanza, a la vez, un refinamiento exquisito, un vigor corpóreo y una hermosura formal de rostros y de cuerpos completos capaces de situarlos dentro de las cumbres de la escultura universal. Si a aquel tiempo más lejano corresponden, por ejemplo, esas magníficas placas que representan a "Tres jóvenes -príncipes- con cuerpos pintados" y la "Escena de patio interior de un palacio", posterior en cien años es el "Grupo de altar con el Rey Akenzua I". Sobresale en los ejemplares anotados el barroquismo sereno de sus juegos de líneas onduladas, masas verticales y horizontales, junto a la expresividad de sus grandes ojos almendrados y de sus labios gruesos. Curiosa resulta en otras placas de entonces la presencia protagónica de portugueses, acaso señal de buenas relaciones con los europeos. Completan la presencia de Benín, lindos bastones de latón y uno de marfil con figura ecuestre.
Dentro de la misma área de la actual Nigeria se sitúa Camerún y sus reinos. En sus tierras altas domina, una vez más, la estatuaria palaciega -siglo XIX o principios del XX- con numerosas creaciones volumétricas. Tenemos, así, los sorprendentes pilares y puerta de palacio. Como dijimos antes, una sucesión de móviles y expresivas figurillas humanas en madera trepan en ellos una sobre la otra. Hasta nos evocan los portales medievales de Europa. Siguen elegantes taburetes reales, cuyas bases son hombres o animales -cocodrilos, leopardos, arañas, serpientes-. Uno de esos asientos se encuentra cubierto por entero con cuentas de vidrios de colores, mientras su agachado tamborilero basal podría tener alguna coincidencia con el Perú precolombino. Entretanto, cuando aparecen el vidrio y caracoles muy pequeños, lo pictórico pasa a llevar la voz cantante. Añadamos los finos recipientes en leño, con o sin un personaje humano sentado; joyas en marfil o latón; espadas; cuernos; tambores reales; máscaras para representaciones escénicas, de un expresionismo voluntariamente grotesco, y estatuillas conmemorativas diversas.
Lo mismo que el vigor volumétrico y la personalidad notable de dos figuras masculinas de Camerún, provenientes de relicarios de tamaño considerable, ostentan las gestuales, las expresivas figuras ancestrales -cuerpo entero, femenino o varonil- de Liberia, del Congo, de Mali, de Angola, de Dagón. Además de sus propias características regionales y de estar generalmente ejecutadas con madera muy oscura, se alejan de realismos, alterando las proporciones corpóreas y sometiéndolas a una estilización geométrica peculiar. Algunas piezas congolesas sorprenden por sus cuerpos recubiertos por clavos y pedazos de metal, como en alarde anticipatorio de pop art. Tampoco faltan peines angoleños, coronados por sintetizadas figuritas de mujer sentada. Textiles de abstracto diseña geométrico complementan la exposición de La Moneda. Entre ellos, los más interesantes nos parecen los delantales y velos nupciales -siglo XIX e inicios del XX- con la bonita coloración de cuentas de vidrio.
"ÁFRICA, obras de arte del Museo Etnológico de Berlín"
Magnífico conjunto escultórico que pone los puntos sobre la íes respecto al arte de África
Lugar: Centro Cultural La Moneda
Fecha: Hasta el 24 de noviembre