¿Qué pensará Cristina Fernández cuando lee y escucha los comentarios que se hacen sobre ella y su gobierno? A veces escribe en Twitter cosas como "Tengo el cuero duro", pero seguro que no refleja su verdadero sentir. Es difícil imaginar que quede tranquila cuando la diputada opositora Elisa Carrió la compara con Isabel Perón, porque a ambas las "abandonan los sindicalistas y el Partido Justicialista". O cuando otro diputado, y peronista, diga que "si no cambia, va a tener que dejar el gobierno, porque el pueblo la va a cambiar a ella".
Su reacción política instinti- va es echarle la culpa al empedrado, es decir, a la oposición, la justicia y a las "mentiras" de los medios de comunicación. No sé si es soberbia o ceguera suya que denuncie intenciones de "desestabilización institucional", y no vea que las decisiones de su gobierno tienen a los argentinos hartos, divididos en bandos difíciles de reconciliar (los que reciben subsidios permanentes y los que tienen que trabajar duro).
No puedo creer que su ego no esté golpeado. Son muchas las cosas poco gratas que le han pasado por estos días. Y no hablo solo de la ola de frío polar que cruzó Buenos Aires el fin de semana pasado. Ni de los sinsabores que pasó por el asunto de LAN, porque al final rebotó en la Casa Rosada. No, me refiero a la política interna, a cómo va perdiendo rápido adeptos y batallas que dio por ganadas. Para empezar, las elecciones primarias demostraron que ya no cuenta con el 54% de los votantes que la reeligieron. Apenas tiene el 26%, el mismo margen con que salió Néstor hace 10 años, y ganó gracias a que Menem se retiró. Es improbable que en octubre logre un Legislativo tan complaciente como el actual. Segundo, su reforma judicial, que pretendía "democratizar la justicia", fue declarada inconstitucional, y ya la dio por perdida. Tercero, la decisión de quitarle a La Rural el predio que había comprado al Estado en Palermo fue anulada por un tribunal. Cuarto, también fue desautorizado el artículo de la Ley de Medios que le permitía irse contra Clarín y Papel Prensa. Y si nos vamos a la economía, duro fue el golpe que recibió con la decisión de la corte de apelaciones de Nueva York que dio la razón a los bonistas de los "fondos buitres", y que la obliga a esperar que la Corte Suprema de EE.UU. acepte revisar el fallo.
La seguridad en sí misma que tiene Cristina es enorme, sorprendente. Sigue adelante como si nada, tuiteando cosas como "El modelo de acumulación que nosotros le planteamos al país está basado no en la especulación, sino en la producción y la industrialización", cuando se ve en la calle, o en los supermercados, el desastre de sus políticas económicas. Y "Esto nos ha permitido ser el gobierno que ha protagonizado el crecimiento más importante de los últimos 200 años, sin crear un solo impuesto", olvidando las retenciones a las exportaciones.
Tan embelesada estaba en Uruguay con su discurso, que ni siquiera reaccionó a los ofensivos tuits de diputados uruguayos: "Si (la alcaldesa de Montevideo) le entrega las llaves de la ciudad a Cristina K., hay que cambiar la cerradura. Por las dudas". O "¿Cristina F K con la llave de Montevideo? ¿Y una ganzúa, no estaría más acorde?"