Producción cuantiosa para un solo pintor: Juan Francisco González fue capaz de dejarnos alrededor de 4.000 cuadros. Muchos de ellos cuelgan en nuestros museos, otros muchos pertenecen a colecciones privadas. Desde éstas, en buen número han ido pasando de mano en mano, hasta llegar a coleccionistas jóvenes. Como ocurre con todo autor prolífico, hay González más maduros y hermosos. Entre éstos, los propios propietarios particulares seleccionaron 80 con el fin de recordar el mismo número de años acaecidos desde su fallecimiento. Se exhiben en la Corporación Cultural de Las Condes, donde sí saben de exposiciones. De ese modo, además de constituir novedad para las nuevas generaciones, se ven varios trabajos poco mostrados. Su ordenamiento temático resulta digno de destacarse: cada obra se vincula con las vecinas, a la vez que opera como miembro armonioso del amplio conjunto.
Después de un recorrido sin apuros, el público no sólo logra apreciar mejor que nunca los méritos de nuestro mayor pintor del pasado y su profunda superación de las herencias realista y romántica, sino que, acaso, podría experimentar una verdadera borrachera visual de sensorialidad plástica, de vigorosa audacia de factura, de colores refinados y de luces vibrantes, de lírica exaltación de la naturaleza. Ella, entonces, emerge ante nuestros ojos, pura, incontaminada, con esa plenitud que le fue propia hace casi un siglo atrás. Como volvemos ahora a comprobarlo, los paisajes, las flores, los frutos y algunas visiones urbanas conforman los argumentos más adecuados para que el expositor desplegara sus talentos. Pero también consigue la plenitud con otros argumentos: "Nevados de París" -de una solidez constructiva que nos evoca a Cézanne-, "Las carretas", "Monumento a O'Higgins".
En el primer piso del mismo centro cultural, un nombre nuevo: Juan Carlos Valle y, sobre todo, sus esculturas de los últimos 20 años. Son ensamblajes de maderas y palos de bambú, más unos pocos objetos encontrados, con yeso y gasas quirúrgicas que, además de servir de envoltorio, dan origen a cada obra. Imperan los blancos y ocres muy claros, a veces con toques exquisitos de color. Tales materiales contemporáneos, junto a una dosis importante de abstracción, definen una especie de arcaísmos de la antigüedad mesopotámica, rico en figurativas sugerencias misteriosas. Atrayentes resultados se relacionan con la dimensión vertical y transfiguraciones arquitectónicas, capaces quizá de insinuarnos zigurats. Tenemos, así, "Torre I" junto a una fruta erosionada; "Tiempo como broma", con la risueña concurrencia de objetos; "Torre IV", de aberturas enigmáticas y rama seca como antena; "Copa dulce" y su fino colorido múltiple. Sobre cajas se yerguen la escueta verticalidad de "Torre II", los contrastes formales de "Torre III" y "Sacrificio", atado de palos negros liados con alambre. Asimismo, llaman la atención, en formato menor, los dos cuerpos humanos yacentes y la pareja de caballos mutilada.
Risas y sonrisas en Gasco
Sala Gasco ofrece un pequeño conjunto de arte internacional, cuyos 16 expositores buscan la no fácil tarea de destacar el humor. Esto, desde luego, se obtiene en bastante diversa medida. Cuatro artistas extranjeros lo alcanzan plenamente. De esa manera, el cubano Wilfredo Prieto nos entrega un auténtico, un simple sándwich de pan con pan, eficaz e irónica referencia a la situación alimentaria de su país; mientras los escuetos dibujos murales, al modo de encantador cómic, del mexicano Pablo Helguera, se ríen de bienales, galeristas y acciones de arte. A través del video con color, dos participantes: el brasileño Marlon de Azambuja, que despierta nuestra curiosidad con soluciones inesperadas; y la proposición mucho más evidente de las casi 40 construcciones inestables que se desploman ruidosamente del hispano Luis Urculo. Manuela Viera-Gallo, en colaboración con Pedro Pulido, demuestra, entretanto, una ironía crítica muy chilena, con su hamaca y edificios del epicentro financiero santiaguino, donde el rascacielos mayor de Sudamérica alza su apariencia de choclo en madera. Por su parte, la sonrisa de Rainer Krause luce eficiente y germana mediante un grupo de cinco telas geométricas. Documento de una acción de arte realizada en la Feria de Basilea 2005 es el aporte fotográfico más bien dramático del italiano Gianni Motti. Asimismo, resulta bien poco optimista el peruano Jota Castro en sus globos infantiles anclados por balas destructoras y por entero dolorosas emergen las pinturas con alquitrán de Alejandra Prieto.
"Juan Francisco González, 80 obras escogidas"
Selección excelente de nuestro gran pintor del pasado.
"Conjeturas precarias"
Esculturas novedosas de Juan Carlos Valle.
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes.
Fecha: J.F. González y Valle hasta el 29 de septiembre.
"Gracia divina"
Conjunto internacional que hace del humor su temática.
Lugar: Sala Gasco.
Fecha: hasta el 11 de octubre.