Tres años fue el plazo que los ejecutivos de Mega se trazaron para poner en marcha su nuevo proyecto televisivo. Un período que, para ser justos, no comenzó a correr en diciembre de 2011, cuando se oficializó la compra de la estación por parte del grupo Bethia, sino ocho meses más tarde, cuando Mario Conca asumió la presidencia ejecutiva del canal. En concreto, ha sido un año en que la nueva administración se ha dedicado a analizar la industria televisiva, a buscar los puntos débiles de la competencia y a sacar adelante escasos proyectos propios, como el nuevo "Mucho gusto" con Katherine Salosny y Luis Jara -que promedia aceptables 5,9 puntos de rating - o el fallido intento por reflotar los espacios de servicios con "A viva voz".
Mega tiene ahora el desafío de mostrar una propuesta en el competitivo horario estelar. El domingo 25 echó a andar "Ahora noticias", y este martes debutó con la premiada miniserie "Napoleón" (2003), que recorre los pasajes más íntimos de la vida de emperador francés. No es afán de esta columna hablar de las actuaciones de Christian Clavier (Napoleón) o de Isabella Rossellini (Josefina), pues de eso ya se encargó la crítica internacional, que incluso la premió con un Emmy. Lo interesante es rescatar la opción de Mega de programar una ficción histórica de calidad (aunque extranjera, claro está) en un horario dominado por las teleseries nocturnas y donde las mujeres parecen haberse adueñado del control remoto.
Es cierto que la noche del martes Canal 13 también emitió el tercer capítulo de "Los mil días", aunque en la segunda franja, y que TVN hizo lo propio con "El informante". Pero "Napoleón" tuvo que competir de igual a igual con "Soltera otra vez 2", que duplicó los 9,3 puntos de sintonía de la debutante miniserie que, en todo caso, dio varias sorpresas: se convirtió en una alternativa para los hombres mayores de 25 años; sumó públicos en los segmentos ABC1 y C2, y, lo más notable, el estrato D, donde está el público duro de la señal, se mantuvo fiel y no bajó su sintonía.
La oportunidad de Mega, entonces, para levantar una programación con mayor contenido parece estar a la vuelta de la esquina. No se trata de que termine convertido en un canal de nicho y que deje afuera los productos masivos, pero sí de que sea capaz de instalar las primeras piedras de su proyecto televisivo, teniendo en cuenta que se puede ser una estación más transversal y, en paralelo, mantener cautiva a su histórica audiencia popular con productos de calidad. Hacerlo en una próxima etapa con programas de factura propia es una de las tareas pendientes del canal privado.