Hay cosas valiosas en la nueva teleserie vespertina de TVN, "Somos los Carmona". La primera es que manifiesta una clara intención del área dramática de la señal pública por recuperar un espacio para los personajes populares en sus teleseries. Facundo Carmona (Álvaro Rudolphy) y su esposa Rosita (Carolina Arregui) viajan desde el campo directamente a La Dehesa, acarreando no solo chanchos y vacas, sino también costumbres y un lenguaje rico en dichos populares.
Lo segundo destacable es el debut de Arregui y Rudolphy como pareja protagónica. Ella interpreta a una suerte de "Carmela" que llega con su ingenuidad a la ciudad, donde se topa de frente con prejuicios y discriminaciones. Rudolphy, por su parte, recupera el carisma que exhibió en personajes como Pelluco ("Amores de mercado") y que parecía haber sepultado interpretando roles bastante más oscuros, como el psicópata "Alguien te mira" o el profeta de "Su nombre es Joaquín".
Pero "Somos los Carmona" también deja al descubierto la gran tarea que tiene por delante el área dramática de TVN: recuperar la identificación que sus historias y personajes tenían con el público. Es cierto que los huasos recién convertidos en millonarios de "Somos los Carmona" hacen un guiño a nuestras tradiciones, pero tienen mucho más de una historia importada como "Los Beverly ricos" que de una típica familia huasa chilena. De todos modos, el esfuerzo por rescatar personajes e historias costumbristas vale, sobre todo para un área dramática que construyó su imperio hace más de una década rescatando tradiciones y haciendo viajar al público por el país con historias como "Iorana", "Pampa ilusión" y "Romané".