Lo hizo muy discreta y calladamente, hasta conformar el equipo multidisciplinario pero también variopinto que quería. El marido de la candidata —Jorge Desormeaux— es señalado como el arquitecto central del team programático de Evelyn Matthei, que la acompaña desde esta semana y que está trabajando a full… incluido este wikén, sin feriado ni día sándwich.
Invirtió Desormeaux en ello su condición de economista influyente que transita por décadas en seminarios y centros de pensamiento que le han permitido compartir con mucha gente. Y así es como en la foto del grupo, se puede ver desde los “pesos pesados” de centroderecha, hasta mucho joven, y gente que jamás antes se había matriculado en una empresa política.
De ahí la advertencia de la candidata al presentarlos: en un grupo tan amplio y con personas de tanta personalidad, siempre habrá diferencias de opinión.Escudriñar las “claves” de este grupo fue el foco de las conversaciones que sostuve estos días.
Incorporar todo lo que se había estudiado en las fallidas candidaturas anteriores de la Alianza fue lo primero.
De ahí que personajes ejes del team son Juan Andrés Fontaine —jefe de programa de Allamand— y José Ramón Valente —director de contenidos en las campañas de Golborne y Longueira.
Otros senior clave que saltan a la vista de los equipos de los candidatos UDI, son Álvaro Fisher y el senador Hernán Larraín. Del mundo Allamand, el rector de la UAI Andrés Benítez, el senador Alberto Espina, el empresario Juan Claro.
La segunda clave a la hora de conformar el equipo, fue reunir a todos los institutos de estudio de centroderecha. De partida, el nuevo Horizontal, nacido de Evópoli y que dirige Hernán Larraín Matte. Junto a él, Andrés Hernando, quien tuviera una polémica actuación cuando denunció a Joaquín Lavín, su jefe en el Ministerio de Desarrollo Social en el impasse de la encuesta Casen. Hoy —cosas de la política— trabaja mano a mano con él, generalísimo de la campaña de Matthei.
LyD está ampliamente presente: desde Luis Larraín su director, hasta una selección de sus investigadores estrella. El Instituto Libertad está matriculado, partiendo por su directora Najel Klein; igual la Fundación Jaime Guzmán, presidida para estos efectos por su segundo de a bordo, Guillermo Ramírez, ya que su presidente Jorge Jaraquemada ocupa hoy el cargo máximo en el Consejo para la Transparencia.
La tercera vertiente son personas del mundo independiente, de corrientes transversales, algunos venidos directamente de la Concertación.
Felipe Morandé —sin ir más lejos— tomó el papel de coordinador general desde su vereda “transversal”. Ministro del primer gabinete del Presidente Piñera; panelista permanente de seminarios y en la TV, su vida ha sido fundamentalmente de académico, en la U. de Chile, donde fue decano de Economía y actualmente en la Universidad Mayor. Entre sus amigos personales se cuenta el actual candidato presidencial Franco Parisi.
Anita Holuigue, empresaria, economista y directora de Radio Duna no se había metido jamás en política activa, y ahí está, en el Consejo Multidisciplinario. También Paul Fontaine, el economista que la vez pasada apoyó a ME-O, y que en segunda vuelta estuvo con Piñera.
Cómo llegó el conocido economista, experto en políticas públicas, Ricardo Paredes, al team de Evelyn, es una historia que él mismo me contó. Se lo pregunté, precisamente, porque yo lo tenía por un hombre de la Concertación.
“Trabajé con mucho entusiasmo en el gobierno de Aylwin y en el programa de Frei. Después dejaron de invitarme; al comienzo eran más amplios e inclusivos”.
Cree que la candidata de la Alianza lo llamó a participar a raíz de lo que ha venido opinando últimamente en distintos medios, formales y vía web sobre políticas públicas y concretamente Educación —frente programático que hoy preside—.
“Y cuando uno está hablando, escribiendo columnas y artículos y alguien te dice colabora conmigo, la opción es decir que sí, o decir que no, pero entonces nunca más emitir una opinión”.
Paredes tiene una notable historia con Evelyn Matthei, de sus años de decano de la Universidad de Chile.
“Yo fui procesado por el caso MOP-Gate (años después fue sobreseído), y al día siguiente de ese hecho, dos personas a quienes conocía bastante poco salieron en el diario diciendo que no creían que yo fuera culpable. Uno fue Patricio Rojas, ex ministro de Defensa, y la otra, Evelyn Matthei, que como parlamentaria estaba muy encima del tema. Cuando tú ves a un político que no tiene nada que ganar con decir eso, que solo puede perder, es muy notable. Esa actitud no la vi en amigos cercanos míos. Entonces, al ver esas salidas de libreto que tiene Evelyn, que a mí me parecen graciosas, yo estimo que lo que hizo conmigo fue una salida de libreto… Me enseñó a valorar en la vida acciones tan jugadas a cambio de nada”.
Me cuenta que el problema con su grupo ha sido… la convocatoria. “Es increíble la cantidad de gente que me llama para colaborar. Es como en la campaña de Aylwin, algo que no vi después. Hay, por ejemplo —agrega—, una cantidad de gente de centros de estudio de la oposición interesados en participar”.
También es una historia que cruza convicciones y lo personal la que llevó a integrarse al equipo a Ana María Yévenes, 44 años, doctorada en Ciencias Sociales de la Universidad Gregoriana de Roma y que preside la Comisión de Desarrollo Humano y Familia.
Parte diciéndome: “Yo he sido votante Concertación toda la vida”. Pero en Matthei vio “una candidata que da confianza, que trabaja seriamente y, a diferencia de los otros de derecha que uno había escuchado, ella está por hacerse cargo del malestar que se respira en un sector importante de la población”.
Un segundo elemento que compromete a Ana María es lo que define como el eje de discusión: “Ella siempre ha mirado el tema de las políticas económicas al servicio de las personas; la equidad para Evelyn tiene rostro de ser humano; la economía es instrumental”.
Su relación personal parte hace 25 años en un seminario al cual Ana María viaja a Santiago como alumna de la Universidad de Concepción. Una pregunta de la estudiante, un encuentro a la salida y la invitación de Matthei a que comiera en su casa a la espera de la salida del bus de regreso. “Insistió, después me fue a dejar al terminal y comenzó una relación de amistad muy profunda. Para mí fue muy impresionante conocer a una persona en la cual no hay nada frívolo ni superficial. Nuestras conversaciones muy a menudo tienen que ver con la espiritualidad”.
Hoy puede decir que Evelyn ha estado en las situaciones más complejas de su vida, que no han sido leves, y por eso mismo las mantiene en un terreno íntimo. Sí recuerda un detalle: “Después de ofrecerme desde apoyo económico y la consulta a su hermano por un tema médico, me dijo *quiero que me aceptes la llave de mi casa por si tienes que hacerte algún tratamiento en Santiago, para que tengas total autonomía' ”.
Y mientras recluta a su grupo de trabajo, Ana María anticipa que son personas que nunca se han metido en política partidista y que el foco de su trabajo estará en la “recuperación de la dignidad de las personas y en la construcción de una sociedad en que predomine el nosotros sobre el yo”.
A cargo de las propuestas de cultura está Pablo Ortúzar, antropólogo que viene del comando Allamand y es una de las figuras interesantes de la centroderecha; liberal a ultranza y con un libro publicado antes de los 30, llegó al sector después de verlo y vivirlo todo, en el marxismo y en el anarquismo, donde militó.
Si las protestas estudiantiles de 2011 —“con su nivel de violencia e ideologización”— lo llevaron a la política activa, hoy el tema de la cultura lo tiene encantado. Conversamos mientras trabaja en una plaza pública en medio de gritos de niños.
“Para mí, un tema es diseñar una Política Nacional del Libro y la Lectura; uno de los problemas más graves que tiene Chile es que la mayoría del país no entiende lo que lee. Nos queremos centrar en cómo generar incentivos a la lectura en niños y sus padres. Sacarle el IVA al libro es una política elitista que beneficia al 20% del país que lee, pero esa no es una política pro lectura, sino pro lector”.
Otro punto fundamental en sus prioridades son los contenidos de la TV.
“En Chile, los niños están expuestos a la televisión durante las largas jornadas laborales de los padres, y los contenidos no son los de una programación de horario familiar. Así como la pornografía en horario familiar está prohibida, hay que ir por una televisión culturalmente sustentable que promueva valores positivos y no es lo que está pasando. Todos los liberales estamos de acuerdo en que si fuera un mundo de puros adultos debería haber libertad total, pero en el caso de los niños hay un bien jurídico superior que proteger. Hoy, el 60% o más de la parrilla es farándula con contenidos contrarios a lo que es una educación responsable”.
Venancio Coñuepan Mesias es el más joven del team —24 años—, y es el secretario ejecutivo de la Comisión Pueblos Indígenas.
Representante de la más rancia aristocracia de los loncos, me cuenta de su familia.
“Soy de Chol Chol, estudiante de Derecho en Temuco y trabajo como asesor en la Conadi; además, presidente regional de la juventud UDI. Mi familia está vinculada a la tradición mapuche desde la Independencia de Chile. Soy la quinta generación de Venancio Coñuepan”.
El primero, del 1800, hijo de lonco, fue compañero de O'Higgins, a quien apoyó en la Independencia. Un Venancio fue diputado en tres períodos pre 73 y ministro de Tierras con Ibáñez.
“Esa es la motivación por la cual comienzo tan joven —me dice—. Por una tradición histórica familiar de mucho arraigo; de compromiso con la paz en la Araucanía y con lo que sucede con nuestro pueblo mapuche”.
Tremendamente crítico es —como cabe esperar— con las políticas públicas hacia la Araucanía, “desde la firma del pacto de Nueva Imperial en el año 89 entre Aylwin y solo un grupo de mapuches”.
“Este no es un tema de candidatos o de gobiernos, sino de Estado y no se ha visto así. Siempre ha sido uno de no-Estado, de segunda prioridad, donde no hay voluntad de avanzar”.
En ese cuadro es que ubica los episodios de violencia. “Por frustración”, explica, “y por la manipulación de los políticos”.
Escéptico, lo que ve es un “ciclo vicioso”. Cuando viene una ola de violencia, todos hablan del tema, y después se olvidan hasta que viene otra ola de violencia como está pasando ahora. Y va a seguir así en forma cíclica, asegura.
En estos días constituye su grupo de diagnóstico, pero algo ya avanza de sus proposiciones: las respuestas, para que sean reales —anticipa— tienen que nacer de una consulta, esta vez muy amplia al pueblo indígena. Ese que él conoce; por eso en la convocatoria habrá presencia de profesionales indígenas como él mismo.