Como en anteriores visitas, el Trío Guarneri, invitado en la Temporada Internacional "Fernando Rosas" de la Fundación Beethoven, dio el lunes una lección maestra. Los checos Cenek Pavic (violín), Marek Jerie ( violoncello ) e Ivan Klansky (piano) fueron recibidos en el Teatro Municipal de Las Condes por un público fiel, con amistad y admiración.
Antes del Trío Opus 1 Nº 1 (1792), Beethoven ya tenía a su haber una importante cantidad de obras, muchas ellas catalogadas como WoO (Werke ohne Opuszahl), es decir, sin número de opus. La obra representa el primer período creador, donde la influencia de Haydn y Mozart están claramente presentes con un lenguaje con el que Beethoven aún no "agredía" a nadie y que, entre muchos rasgos, se aprecia en el tratamiento hegemónico del piano; pero la sección central del segundo movimiento y todo el cuarto movimiento ya delatan un camino de indiscutible originalidad. La entrega del Guarneri fue ejemplar.
Exceptuando un par de obras, el suizo Ernest Bloch (1880-1959) no figura asiduamente en nuestros conciertos. Fue un gran aporte escuchar sus Tres Nocturnos, obra notablemente expresiva y con una gran sensibilidad colorística manifiesta en el uso eficaz del sonido con y sin sordina. Después de Beethoven, el Guarneri parecía otro trío, dando una muestra proteica de versatilidad estilística.
El Trío Opus 100 de Schubert es un hito no solo en su producción sino en la música de cámara en general. Tratamiento melódico, tensiones, transiciones, mutaciones mayor-menor, finales eludidos, todo ello inserto en "celestiales longitudes", hacen de la obra una experiencia única para ejecutantes y auditores. En el movimiento lento, el Guarneri fue fiel a la indicación Andante con moto, privilegiando lo lírico sobre lo trágico y permitiendo que el violoncello fuera un barítono interpretando un lied . Si la aparición del tema es de por sí hermosa, su reminiscencia en el último movimiento fue una intoxicación de belleza.
Las aclamaciones tuvieron sus frutos: fuera de programa el Guarneri tocó un movimiento del Opus 11 de Beethoven y una "Dumka" de Dvorak, ambas obras magistralmente interpretadas.
El Guarneri no solo es formidable; es una fraternidad al servicio de la música.