En el Ciclo del Sol Naciente, arte y cultura de Japón que se desarrolla este mes de junio en el GAM, con el apoyo de la Embajada y de la Fundación Japón, hemos tenido la oportunidad de ver dos excelentes expresiones de sus artes escénicas actuales, la obra de teatro "Puntos, líneas y el cubo, que brilla, dentro un mundo distinto", de la compañía Mum & Gypsy dirigida por Takahiro Fujita, y "Sambaso, Musume Dojoji", de la compañía Kinoshita Kabuki.
La obra de la compañía teatral japonesa Mum & Gypsy, dirigida por Takahiro Fujita, desarrolla dos temas centrales, la memoria y la insatisfacción juvenil. Son temas universales presentados de una forma moderna que no difiere mucho de la de los teatros de vanguardia occidentales. Lo particular es que se trata de una compañía japonesa, que actúa dentro de códigos teatrales muy estrictos. Takahiro Fujita se desentiende del peso de la tradición y se expresa con la mayor libertad.
La obra produjo reacciones encontradas. Para una parte del público, acostumbrado a ver en Chile teatro experimental de compañías muy jóvenes, el sistema de Fujita está ya visto y el desarrollo de la historia era reiterativo. Sin embargo, al público más joven le gustó mucho. El predominio de una música techno que llenaba el espacio, la expresividad de los cuerpos, las acciones fragmentarias rearmadas en un nuevo orden, estaban en consonancia con lo que les llega más directamente.
Un tema central es la insatisfacción juvenil con el colegio, la familia, las imposiciones sociales. En "Puntos, líneas y el cubo, en su interior, que brilla, un mundo distinto", se indica que somos puntos, sin valor, podemos ser eliminados sin que a nadie le importe nada. Los puntos se juntan en líneas y con las líneas se construye un cubo, y allí encontramos un mundo distinto, pero en realidad somos solo puntos, una peca en un brazo, fichas en un tablero, una carpa vista desde la altura. Somos puntos insignificantes y hemos perdido la capacidad de tener sentimientos colectivos.
Aya, el personaje central, es una niña que ha decidido no ir más al colegio y vivir en carpa en un bosque. Es lo que los otros también quisieran hacer pero no se atreven. Se preocupan por ella e intentan hacerla volver, sin embargo igual quisieran irse y hasta la más estudiosa, Satoko, una vez que ha aprobado los exámenes, solo piensa en salir de ese pueblo que la tiene harta.
Fujita reacciona ante las visiones de orden, jerarquía, deber, tan enraizadas en el pensamiento japonés. Hace ver la pérdida del sentido comunitario, aunque externamente parece subsistir. En Japón, en muchos parques hay personas que viven en carpas, como Aya. Y en el último tiempo preocupa el fenómeno del "Hikikomori", enclaustrarse en sí mismo. Jóvenes que no se van de la casa pero se encierran un su pieza y rechazan todo contacto. Se les tiene miedo.
La memoria y el olvido son también preocupación de Mum & Gypsy. Lo que se muestra ocurrió hace diez años; después se separaron y no saben por qué. Quisieran explicárselo, pero los hechos están ahora borrosos, además están centrados en sí mismos y se les esfuma todo lo demás. Supieron que una niña de tres años fue asesinada; Aya estuvo sola en el bosque hasta que la llevaron al hospital a punto de morir; hubo un terremoto que destruyó ciudades y luego colapsaron las centrales atómicas, vieron en la TV que dos aviones destruyeron dos grandes torres gemelas: "¿Y pueden seguir tan tranquilamente sus vidas después de todo lo que ha pasado?"
"Puntos, líneas y el cubo"... plantea problemas importantes de la juventud japonesa, pero no da lecciones, deja espacio para interpretar; presenta escenas que hasta llegan a ser graciosas. Los actores no representan los parlamentos, los dicen desde posiciones extrañas, en contorsiones anómalas, en equilibrios precarios. Hablan, repiten y reiteran, en un proceso que parece igual, pero que cada vez es un tanto distinto. Es el efecto de "estribillo" que se ha convertido en técnica distintiva del grupo. La obra está llena de música y juegos visuales que se desarrollan en forma paralela. Pero hacia el final, se produce un silencio, largo, intenso, cada palabra de la actriz central, Satoko Yoshida, va cayendo lentamente, como gotas que resuenan: En esta serie de puntos... insignificantes... hay uno llamado presente... "en este presente estamos obligados a pararnos... En este presente... ¿habrá luz?... luz...luz".
Por su parte, Yuichi Kinoshita toma danzas incluidas en los teatros Noh, Kyoguen, Kabuki y les da una forma más accesible al público contemporáneo.
"Sambasó" tiene su origen en una obra de teatro Noh, "Okina". Aunque el carácter del personaje Sambasó es cómico, hace un ingreso solemne en lenta fila de danzantes que participan en un rito de purificación. Vestidos de negro emplean la forma ritual de los actores del Teatro Noh, en que a cada paso se levanta levemente la punta del pie. En la parte de la danza contemporánea bailan dúos y tríos de modernos movimientos quebrados, con variaciones y notable coordinación.
La segunda parte, "Musume Dojoji", es un solo de la bailarina Kitamari, dividido en múltiples etapas, que sobrecoge por su fuerza contenida. Se inicia con la lenta ritualidad del Noh, y pasa a una danza moderna de excepcional equilibrio y energía. Es una diabólica doncella que se transforma en serpiente para vengar su amor no correspondido por un monje del templo Dojoji.