Una fotógrafa y una escultora han realizado una original intervención alegórica a la sección virreinal del Museo de Artes de la Universidad de los Andes. Completamente distintas entre sí, con mirada contemporánea supieron profundizar dentro de las esencias barroca y rococó de esa colección. Su resultado se expone en la misma universidad. Comencemos por Mariana Tocornal -esta, su primera exhibición-. Procedente de la UC, trabaja la porcelana blanca que instala, aludiendo a los fanales del Niño Dios, dentro de aquellas domésticas campanas de vidrio para preservar alimentos. Con tales materiales nos entrega una serie de nueve escenas animadas por miniaturas exquisitas: frágiles tazas y platillos destruidos, deteriorados por ella misma durante su fabricación. Semejantes roturas parecieran encarnar aquí el concepto de dolor en ese mundo idealizado del siglo XVIII. Los propios pedazos le permiten tanto construir el acercamiento a una "Torre", suturar una pieza con hilo dorado o introducir protagónicos acompañantes insólitos. Son estos desde la concurrencia casi surrealista de oscuros insectos -"Debajo de mi lengua"-, hasta de chanchitos diminutos en función de arrastre del tazón por medio de finas tiras color oro -"El peso que acarreamos"- o de albos soldaditos que disparan a una pequeña vasija. Tampoco -una vez- deja de faltar la temática gastronómica.
Pero el alimento se convierte en elemento mucho más importante en los barrocos ensamblados planos de la conocida y premiada Margarita Dittborn, la otra talentosa integrante de esta exposición diferente. Tres -el sacro tres veces tres también lo empleó Tocornal- constituyen sus grandes fotografías sobre parejo fondo negro. El cromatismo respectivo de cada una se vincula a coloraciones propias del museo. Además, motivación virreinal evidente muestran las espadas y su réplica mediante aviones de juguete en esta especie de hermosos bodegones, donde campea la probada fantasía iconográfica de la autora. Así, la sensualidad de la comida -postres, sobre todo- ornamenta los alrededores de rostros humanos fugaces, como símbolos tanto de seducción como de dolor; este último por falta o por exceso.
Diálogo gráficoLa Corporación Cultural de Las Condes nos presenta los logros obtenidos del diálogo profesional entre cinco grabadores argentinos y cinco chilenos. Se trata de nombres novedosos, que forman parte del bonaerense Taller Intaglio y del santiaguino Taller Simple. Junto con mostrar etapas del proceso gráfico, une a ambos el empleo de una particular técnica sin efectos tóxicos. Para ello adhieren una película sensible a la plancha, consiguiendo reproducir imágenes fotográficas gracias a la luz ultravioleta. Solo dos participantes, las trasandinas Cristina Duro y María Pumar recurren al color. En el caso de la primera, las sombras insinuantes en medio de la calidez cromática -"Remembranza"- se convierten en su mejor aporte. Pumar, sin duda, muestra el vigor de imágenes dolientes, de textos y cuerpos humanos fragmentados. Graciela Buratti y Alejandra Carambia optan por una temática marina, mientras territorios informalistas recorre Carolina Diéguez, cuya sólida factura se resiente debido al formato irregular.
Las láminas de los chilenos privilegian lo reconocible. De ellos, dos constituyen una revelación. Nos referimos a Pablo Canals y Loreto Baraona. La violencia interna, la expresividad trágica tan evocativa del primero se vuelcan en el rol de un hombre en medio de arquitecturas quebradas, desoladas que llegan a definir perspectivas múltiples. Asimismo, el claroscuro denso, ahora dentro de un contraste más acusado, permite a Baraona otorgar personalidad a sus calles y rejas del tránsito urbano al anochecer. Llama la atención la curiosa iconografía de grupos estatuarios que se enlazan, de Eleonora Casaula; en tanto que la naturaleza relacionada con el agua sirve de protagonista a María Teresa Williams. Completa el conjunto Marcela Carvajal con círculos ornamentales que se vierten mejor cuando es menor el contraste entre negro y blanco.
El desierto atacameño en toda su enigmática grandeza nos sobrecoge, a través del hiperrealismo de las fotografías amplias de Michael Jones. Son, un poco, como la réplica sudamericana a los palacios del italiano Listri, asimismo ofrecido por la municipalidad de Las Condes. Sus ocres interminables, sus grises asociados con la escasa vegetación cactácea se funden con el azul nuboso de los cielos claros, como escenarios para la personalidad de las piedras enormes que llegamos a asociar con gigantescos huesos prehistóricos.
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"Alegorías de dolor propio"Muy convincente intervención virtual al arte virreinal, de Margarita Dittborn y Mariana Tocornal
Lugar: Museo de Artes de la Universidad de los Andes
Fecha: hasta el 26 de junio
"Diálogos impresos"Muestrario gráfico de argentinas y chilenos, unidos sobre todo por una técnica nueva
"La forma del paisaje"La personalidad única del desierto de Atacama, a través de la lente de Michael Jones
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes
Fecha: hasta el 30 de junio