Todas las cintas de la chilena Alicia Scherson tienen algo de clínico, una distancia sobre sus personajes que provoca la observación de ellos con curiosidad, pero también con escepticismo, como si, más que personas, fueran sujetos de laboratorio que se miran, se analizan, pero no necesariamente se quieren. Esto se extiende incluso desde la mirada de la directora sobre sus personajes a la manera en que ellos mismos se observan entre sí en sus películas. En "Play" (2005), la empleada doméstica miraba a su patrona con esta curiosidad distante. En "Turistas" (2009), Aline Küppenheim, puesta en un territorio ajeno a Santiago, miraba la fauna humana del parque nacional con ese mismo resguardo, mirada que le era devuelta, en casi igual medida, por el resto.
Ahora, en su tercer largometraje, "El futuro", recién estrenada en Santiago, volvemos a observar esa distancia, esa curiosidad contenida y clínica. La protagonista es Bianca (Manuela Martelli), una adolescente de 18 años que, junto con su hermano menor (Luigi Ciardo), queda huérfana cuando sus padres mueren en un accidente de tránsito. No asistimos a la pena de Bianca por esta muerte, sino a una cierta perturbación en sordina, oculta bajo los ariscos modos de la adolescente introvertida y dura que Bianca es. Hijos de inmigrantes chilenos en Roma, Bianca y Tomás, como los personajes anteriores de Scherson, son también pollos en corral ajeno y se mueven desvinculados en un territorio que no les pertenece demasiado. Tomás busca encontrar un espacio en un gimnasio donde comienza a trabajar, lo que genera más tarde que dos personal trainers se instalen a vivir en el departamento de los hermanos. Bianca trata de vincularse a través de la relación que establece con Maciste (Rutger Hauer), un mister universo, veterano actor de películas B, que conoce en circunstancias muy particulares. Pero ambas conexiones, cada cual a su manera, traicionan las exceptivas de Tomás y Bianca, lo que hace que ellos vuelvan al vínculo que los une y protege: su hermandad.
La historia, basada en la "Una novelita lumpen", de Roberto Bolaño, en la versión de Scherson podría leerse como dos hermanos se pierden y se encuentran, para reafirmar su lazo y su lealtad. Sin embargo, la historia está contada con tanta frialdad y distancia, que todo lo cálido, entrañable o interesante de esta idea se diluye en la indiferencia de los personajes por su destino, en la imposibilidad de poner en escena emociones de ningún orden y en una luz fría que parece insistir en que vivimos en una sociedad donde los hombres no conocemos la piedad, la compasión ni el amor. De hecho, es un mundo también sin humor, donde los únicos que ríen son los espectadores más cinéfilos cuando aparecen pequeños guiños o chistes sobre el cine B de donde proviene Maciste.
Sí, "El futuro" es una cinta muy bien controlada y actuada, cuidadosamente fotografiada en colores metálicos y húmedos y con Bolaño -una auténtica herramienta de marketing a esta altura- en su cartel, pero contiene, al fin de cuentas, pocas verdades. Ni el mundo ni la orfandad ni la delincuencia ni las relaciones humanas parecen ser como se describen. A diferencia de "Turistas" o "Play", tampoco hay apuntes sobre el Chile actual o su paisaje. De hecho, hablada en italiano e inglés, ni siquiera califica como cine chileno, por mucho que su directora y su protagonista sean chilenas. Más bien, tiene ese aroma impersonal de las coproducciones hechas entre varios países, un problema que las mismas películas de Raúl Ruiz muchas veces sufrían, por mucho que sus feligreses rara vez lo mencionen. Es una lástima, porque "Turistas" había mostrado a una directora inteligente, pero dúctil, con un humor sutil y astuto, abierta a la vida interior de su protagonista. En "El futuro", el dominio formal puede haber crecido, pero a costa de retroceder en áreas más relevantes.
EL FUTURO
Dirección: Alicia Scherson.
Con: Manuela Martelli, Luigi Ciardo y Rutger Hauer.
Países: Italia, Chile, Alemania y España, 2013.
Duración: 94 minutos.