El empoderamiento femenino está en la TV. Recientes ficciones como "Soltera otra vez", "Las Vega's" y ahora "Socias", nos recuerdan que los roles históricos del hombre proveedor y la mujer cuidadora hace rato quedaron atrás. Pero, dicha sea la verdad, el mensaje de fondo en cada de una de esas producciones es que el avance de las féminas jamás será total, pues siempre su vida dependerá afectivamente -o sexualmente-de alguien más.
Bellos, musculosos, y ojalá tatuados. Así son los nuevos sex symbols masculinos que ofrece la TV, donde antes bastaba el talento actoral. Infieles, inmaduros o machistas es el restringido registro de caracteres que acompaña tanta beldad.
De un lado y de otro, el estereotipo es reemplazado por uno tan reduccionista como el anterior. Más aún si se trata de teleseries en las cuales abunda la comedia, donde la risa se prodiga como sucedáneo al pensar o al sentir.
"Socias" se inscribe en esta nueva tradición dramática, casi como una secuela de la producción nocturna anterior, "Separados".
Aunque la nueva teleserie está basada en una ficción homónima argentina -por cuyos derechos la señal pública pagó-, el resultado final delineado por un numeroso grupo de guionistas locales dista de lo que se vio allá. En su país de origen, la serie fue celebrada por ficcionar las historias personales de tres amigas abogadas en clave de drama legal. En cada capítulo, los casos judiciales permitían descolgar los vaivenes amorosos y familiares de cada personaje principal.
En la versión chilena se impone la comedia, y los avatares sentimentales definen los roles que interpretan María Elena Swett, Paola Volpato y Elisa Zulueta. Es más, las escenas de alcoba son los verdaderos motores dramáticos de la acción. Inés (Swett) se reencuentra en la cama con un amor del pasado (Gonzalo Valenzuela) justo en la noche de su despedida de soltera y se desencadena su confusión. Monserrat (Volpato) descubre a su marido (Marcelo Alonso) en pleno acto sexual con su secretaria y pierde el equilibrio emocional. Y Dolores (Zulueta) se enreda sin culpa con un hombre casado (Álvaro Morales) una y otra vez. Los traseros masculinos expuestos son parte de la comedia, y la unidimensionalidad de los personajes -defendidos con oficio y resignación-, la tragedia.
El desarrollo profesional, la maternidad y la amistad femenina aparecen relegados a las últimas mesas de este martes femenino en que se han convertido las teleseries nocturnas de factura local. Cada escena parece gritar "Dónde están las mujeeeres!!!", y aparentemente se espera que las telespectadoras griten con un trago en cada mano "aquí".
El talento de actores, productores y directores de un área dramática con peso e historia ameritan mejores guiones que una eterna fiesta llevada a la televisión, por entretenida que esta pueda resultar. Porque eso, al menos, a "Socias" no se le puede negar.