Lo peor fue el espectáculo: la ruptura con los ciudadanos, que ven a los políticos ir de un conflicto a otro, tomando decisiones entre cuatro paredes, envueltos en disputas de poder, en vez de levantar la vista hacia los problemas de la sociedad...
Tal es el análisis compartido por varios de los tradicionales 'barones' (y 'baronesas') socialistas con los que he conversado en los últimos días, "días de furia" provocados por la guerra campal que desataron las candidaturas parlamentarias antes siquiera de partir. El conflicto no está terminado; está en reposo, o más bien en tratativas. Así como incierto se ve el destino del más conflictuado personaje de la historia, el senador Camilo Escalona. "Solo su señora y asesora política Jimena Tricallota conoce sus próximos pasos", se comenta.
Los temas de fondo que sacó a la luz el episodio de órdenes y contraórdenes, de decisiones lanzadas y luego desautorizadas, en el más emblemático de los partidos de la izquierda, fue la materia de estas conversaciones. Lo que sigue son las que ven como algunas de sus eventuales consecuencias y preocupaciones:
La creación de una nueva mayoría política fue una oferta muy potente que hizo la oposición. En esa operación eran importantes las primarias, como práctica para elegir candidatos con participación, con incorporación de nuevos actores, con recambio: "Pues bien, todo eso es lo que se fue al piso".
En este punto no hay dos miradas entre los 'barones'. Por incómodas que fueran las elecciones primarias, las legales, había que asumirlas, por último, para cumplir con la palabra empeñada.
"¿En qué queda la apertura de la Concertación? En que se les dio con la puerta en las narices a los jóvenes de Revolución Democrática y en que el PC pide otra vez cupos asegurados".
La gobernabilidad de un eventual gobierno de su abanderada Michelle Bachelet es una preocupación mayor en algunos de mis interlocutores.
La inquietud la desarrollan así: "Tenemos por delante una muy compleja gobernabilidad en un eventual gobierno de Bachelet, en que habrá que ajustar las relaciones de fuerza en el Parlamento con las expectativas que se han creado en la campaña... y eso que está comenzando. La propia candidata ha planteado nueva Constitución, un gran avance en educación pública, gran reforma tributaria.
Compatibilizar expectativas de ese tamaño con las verdaderas posibilidades de sacarlas adelante -incluidas las leyes- es un diseño complicadísimo que requiere una gran gestión política. De lo contrario, nos enfrentaremos a un cúmulo de promesas incumplidas en un peligroso cuadro de efervescencia ciudadana".
Otra manera de ver el recurrente tema de la gobernabilidad es el que compara y contrapone el "estilo Escalona" con el que -sostienen- quiere imponer Bachelet en esta etapa. "Aquí se ve una disociación política profunda: Camilo cree genuinamente que la gobernabilidad es más bien ser capaz de contener las demandas por cambios, y la ex Presidenta cree que gobernabilidad es canalizarlas en un Chile que ya cambió".
El impacto del conflicto PS en la carrera electoral y en el liderazgo de la candidata es otro de los temas que entre los barones se discute, y hay distintas posiciones.
Están los que afirman que al final del día, al acatar la directiva del PS su llamado a hacer primarias a toda costa -"convencionales" como se resolvió llamarlas-, salvó la imagen de su influencia en su propio partido, al costo, claro, de marginar del Senado a Camilo Escalona, su más leal aliado histórico.
" Hay que ver que fue su propia corriente dentro del partido -la Nueva Izquierda- la que se puso en oposición a su concepto de gobierno ciudadano, de más apertura. Y que Bachelet optó por intervenirlo aunque fuera dividiéndolo".
Otro de mis interlocutores, más escéptico, comenta "qué tanto le da si la ex Presidenta está totalmente disociada de los partidos por decisión propia. Y en cuanto a la relación con el PS, ella tiene un juicio bastante negativo del mundo político".
Y la opinión de los prácticos: "El grueso de la gente, sobre todo el votante de Bachelet, ni se entera de estas cosas, ni le interesan; están simplemente con ella. Nada de lo ocurrido va a perjudicarla electoralmente".
La gravitación del Congreso que se elegirá en noviembre será tan grande en los años que vienen, que se entiende que ahí esté el origen de los conflictos que hemos visto.
Cada voto en un Congreso que tendrá el poder de poner luz verde o roja a los cambios estructurales que la oposición ya ha anunciado que pondrá en carpeta "valdrá oro", como dice un 'barón'. Difícil es pensar que los que hoy poseen acceso a ese restringido espacio de poder tengan mucho interés en poner en riesgo su posición.
Anticipan también un muy posible cambio en las reglas del juego en el Congreso que viene. "Veremos una tendencia de los parlamentarios a desarrollar autonomías propias, mucho protagonismo y mucha transversalidad, que cruza y burla el sistema de los dos grandes conglomerados".
Y hay algo más que se siente y amenaza: es lo que se estaría percibiendo como un castigo de la ciudadanía a la "vieja forma de hacer política" y a sus "caras repetidas y gastadas." Lo que de ahí salga es toda una incógnita.
En qué quedan los partidos políticos, es otra de las preocupaciones que expresan algunos '
barones ' después del desenlace que han tomado los acontecimientos en el PS, con una directiva forzada a dar contraorden a los candidatos que ya había designado para correr como senadores.
"Si estamos por una democracia con partidos políticos como instituciones para canalizar ideas y tendencias, habrá que definir cuánto de las decisiones se va a delegar a la ciudadanía y cuánto va a quedar en los partidos. Y la verdad es que hoy su mayor grado de poder está en el nombramiento de los candidatos".
En los últimos períodos presidenciales se ha visto cómo los partidos, efectivamente, pierden de manera progresiva incidencia en los gobiernos; en el Parlamento, las órdenes de partido ya ni existen de tanto desconocerse. "Entonces, la única manija que les queda son los nombramientos. Esta es una tensión que se está dando en todos, por lo demás, aunque ahora se ha manifestado más en el PS y en la UDI".
Al ir a la experiencia internacional, uno de mis 'barones' hace ver que la mecánica de primarias tiene poco que ver con las culturas latinas; es muy norteamericana, anglosajona. "Y si bien es cierto que a nivel presidencial ha resultado, bajarla a las parlamentarias produce tensiones y toca fibras muy fuertes".
El liderazgo regional llegó para quedarse y en el conflicto Escalona fue fundamental.
La dirigencia del PS había sido incapaz -afirman- de darse cuenta de que es parte de los cambios experimentados por Chile. "Así fue como la idea de desbancar al candidato Rabindranath Quinteros para levantar por secretaría a Camilo era simplemente una irrealidad". Las regiones quieren un nuevo trato, tienen a sus líderes regionales y están decididos a imponerlos por sobre los liderazgos nacionales de tipo ideológico, por visionarios que sean. El tema que reventó en los sucesos del PS se está repitiendo en RN con la bajada de Carlos Larraín y con la mala recepción que está teniendo la decisión UDI de trasladar a Moreira a Los Lagos.
El debate constitucional es el que corona los análisis y el que más ánimos enciende, precipitado por lo que ya es una promesa en todos los sectores políticos de acometer en serio el "embudo" del sistema binominal, hacer reformas sucesivas o ir derechamente a una nueva Constitución.
El punto es qué significará al final del día en el PS la derrota del "escalonismo" en este frente: si se impone todavía la tendencia que aboga por hacer reformas dentro de los cauces institucionales -en el Parlamento y con acuerdos políticos- o si penetra en las huestes socialistas la arriesgada apuesta de ir sobre los cambios constitucionales "por las buenas o por las malas".