En el último tiempo se ha acentuado el clima de polarización política, lo que podría considerarse como un hecho normal en el período preelectoral. Pero hay síntomas más profundos, que están indicando una incapacidad de la sociedad en su conjunto para resolver las diferencias en temas complejos (como energía, salud, educación, mercado de trabajo y modernización del Estado) y que son clave para seguir avanzando hacia el desarrollo integral. Por esta razón, conviene analizar los factores que explican este fenómeno.
Cuando ocurre un hecho social nuevo (fallo judicial, anuncio del bono marzo, movilizaciones estudiantiles), la opinión pública necesita entender su significado, para lo cual recurre a los líderes de opinión, a los medios de comunicación y, ahora, a las redes sociales. Estos actores explorarán la información disponible utilizando los modelos conceptuales imperantes, que representan los valores y los anhelos alcanzados a lo largo de la siempre compleja historia de un país.
Pero un tejido social débil no logra generar un marco de significado fundado en la cohesión social. Así, entran a competir una variedad de interpretaciones simplistas sobre los nuevos eventos, y la tentación por sintonizar rápidamente con las redes sociales y la opinión pública lleva a que la política opere como un trending topic , que cada tarde se exhibe en los noticiarios de la televisión.
La carrera hacia la simplificación se apoya en conceptos que ya están instalados en la opinión pública, y que permiten clasificar -y frivolizar- rápidamente los nuevos eventos: colusión, cuoteo, abuso, lucro, lobby, etc. Estos estereotipos son útiles porque en pocos caracteres transmiten una imagen clara y entendible, permiten pensar poco y son funcionales a la necesidad de una comunicación rápida y masiva. En todo este proceso, los ciudadanos son espectadores de lo que ocurre en los medios y en las redes sociales.
Una lectura muy diferente de la realidad es la que se obtiene cuando se indaga la opinión de las mismas personas a través del diálogo, del análisis detenido y del examen crítico de la evidencia disponible. Si esta reflexión es acompañada de condiciones mínimas, emerge un reconocimiento de la complejidad de los hechos, frente a lo cual las personas prefieren las soluciones que captan el acuerdo de las partes. Las encuestas presenciales serias, como las del PNUD o del CEP, por ejemplo, muestran esta otra cara de la realidad: un Chile próspero y estable, que desestima las visiones simplificadoras de los políticos y que evita las posiciones extremas.
La competencia política en el país está ocurriendo en el terreno de las simplificaciones. Se ha debilitado el tejido institucional que coloca el contrapeso necesario para que exista una sociedad dialogante. Los ciudadanos aislados están menos dispuestos a dedicar tiempo a la reflexión. Es función de los gobiernos generar el ambiente para que la sociedad toda articule un debate sano, con un horizonte de largo plazo, reconociendo la complejidad de la realidad y fecundo en encontrar soluciones a los problemas colectivos. Este activo público es difícil de construir y se destruye rápidamente cuando las autoridades mismas abrazan las interpretaciones simplificadoras. Basta recordar la intervención del Gobierno luego de la aprobación de Barrancones y consecuente transformación del concepto termoeléctrica en trending topic ese mismo día. Lo que ha ocurrido en las últimas semanas tiene la misma lógica.
Es evidente que el camino al desarrollo requiere de una arquitectura social más sólida, que se construye con diálogo y colaboración. Sin ir más lejos, las sociedades asiáticas se apoyan en un fuerte vínculo comunitario. Xi Jinping, el nuevo líder chino, inició su período convocando a su país a movilizarse en torno a lo que ha llamado "el nuevo sueño chino".
La ausencia de esta base de confianza y la debilidad de la institucionalidad que soporta el diálogo están en el origen de la actual polarización, que inmoviliza al sistema político. Esta situación se agrava por el contexto de desigualdad y desconfianza que existe en el país. En esta perspectiva, cobra sentido lo que dijo William Ury en su reciente visita al país: "el secreto para resolver los temas más complejos es paradójico: si quieres ir rápido, hay que empezar por ir lento".