En la Iglesia de San Ignacio, el lunes se realizó un concierto de órgano a cargo del intérprete alemán Hans-André Stamm. El público tuvo la oportunidad de oír un recital de poco más de una hora en que desfilaron propuestas variadas que redondearon un programa muy atractivo.
Como se anunció, el recital formaba parte de un ciclo mundial de 850 conciertos concebidos como celebración de los 850 años de la catedral de Notre Dame de París, cuya construcción comenzó el año 1163. Así, gracias al espontaneísmo de un particular (Felipe Kohon), ayudado por varias instituciones, pudimos integrarnos a una verdadera red sonora global con el protagonismo del llamado "rey de los instrumentos".
Un concierto de órgano en Chile es un real milagro. Ya es un tópico -no por ello menos verdadero y dramático- el lamentarse por la ausencia en nuestro medio de esta manifestación musical, ligada a la falta de sensibilidad y desidia, de civiles y eclesiásticos, para la preservación de los pocos instrumentos nobles que existen en nuestro país. Observar al agradecido público que repletó la iglesia, es un aliciente que hace pensar (¿ingenuamente?) que no todo está perdido.
El concierto hizo desfilar estilos diferentes que fueron bien aprovechados para lucir las más coloridas registraciones: desde los efectos de eco en una introducción pastoril sobre un villancico de Navidad, de Balbastre (1724-1799), hasta composiciones del propio intérprete (destacándose una hermosa paráfrasis sobre una canción de cuna galesa), pasando por la rotundez de la Fuga alla giga de Bach, las brillantes ráfagas de una sonata de Mendelssohn o el muy atractivo "Carillón de Westminster", en que Louis Vierne (1870-1937), quien durante 37 años se desempeñó como organista de Notre Dame, sumerge las campanadas del Big Ben en un hermoso e imaginativo barullo.
Como corresponde a un instrumento "regio" las fallas mecánicas y de afinación también se hacen notar gloriosamente. Stamm habría merecido un instrumento en mejor estado que hubiera permitido apreciar en justicia sus notables condiciones. Aun así, oírlo fue una gran experiencia. Un dato: hay grabaciones de Stamm en DVD donde se puede calibrar el despliegue de su virtuosismo en obras de Bach.