A veces, para el público en general puede resultar incierto el límite entre arte y artesanía, lo mismo que la distinción entre ornamento y decorado. Esa incertidumbre se presenta sobre todo en el caso de los trabajos textiles. Es que la repetición masiva de un motivo tejido termina por invalidar, a la larga, los atributos de pieza original, única e irrepetible, que definen la obra de arte; situación que no sucede ni en la réplica ni en la edición limitada, medios legítimos del artista. Precisamente, distingos semejantes podrían plantearse al espectador frente a la actual exposición del Centro Cultural Palacio La Moneda. Esta nos entrega productos tanto precolombinos, como de hoy y del ayer más o menos cercano. Fuera de Chile, seis países hispanoamericanos han participado. Sin duda, Perú aporta la gran estrella del conjunto, los tejidos de Paracas (700 a. C. a 200 d. C.).
Aunque no demasiado generoso en su envío, el limeño Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia en Pueblo Libre nos convence, elocuente, con tres mantos ceremoniales, dos esclavinas -capa litúrgica sobre los hombros- y un tocado. Provenientes de ritos funerarios, asombra la riqueza de su iconografía trascendente. Aquí, el sentido de Dios divisado entre tinieblas parece manifestarse a través ya de los fondos negros o de un peculiar vacío central, ya de las creaturas que lo rodean o lo llenan: una multiplicación de personajes -aves u hombres- fuertemente transfigurados. Su belleza plástica, su audaz ritmo formal, su genuina y exótica figuración, con frecuencia de rasgo geométrico, las vuelve capaces de competir con los mucho más occidentales tejidos coptos -Egipto cristiano del siglo III d. C.-, grandes rivales suyos dentro de la cumbre cualitativa del arte textil. Completan el grupo visitante un rojo ejemplar Nazca y dos trabajos con plumas, en amarillo vibrante, quizá de la región amazónica.
Llama la atención el carácter eminentemente popular, la desbordante alegría expresiva, la fuerza del color en el abundante conjunto mexicano. Junto al variado vestuario concurrente -no falta el de niños ni el de china-, destacan siete muy amplias telas bordadas, con indicación de sus autores y fechadas en 2009. Sobre soporte blanco, despliegan anecdóticas escenas costumbristas, plenas de encanto y fantasía figurativos. Asimismo, en las numerosas piezas de Guatemala resaltan los motivos geométricos y las coloraciones más oscuras. Atractivo emerge el traje indígena, cuyo huipil o blusa se decora con diseños muy variados. El ecuatoriano Museo de Cuenca ofrece un vasto repertorio de las bonitas fajas de Cañaris, en hilo de algodón y de uso femenino. Panamá, por su parte, contribuye con algunos ejemplares artesanales. Por el contrario, el mayor interés ostenta la reunión de aportaciones mapuches, tanto de Argentina como de Chile. De esa manera, el Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti permite comparar el cromatismo más vivo y la más rica ornamentación de allende los Andes. Basta detenerse en dos cinturones bordados con cuentas de vidrio y en un tercero que, además, añade redondos broches de bronce. Por el lado nuestro predomina, fuera de la presencia aimara, la austeridad y la abstracción geométrica de las típicas mantas araucanas. Por último, una muestra inesperada de mestizaje lo proporciona un tapiz virreinal del siglo XVII, donde detrás de su aparente exotismo oriental, transmitido por España, pronto se descubre la fresca prestancia del dibujo precolombino.
Surrealismo y concurso
Los dos museos del mismo edificio del Palacio de Bellas Artes ofrecen exposiciones actuales. En el caso del Nacional, este ha desentrañado de su colección pinturas y, mucho más novedosos, dibujos surrealistas. Fuera del interés histórico del conjunto, vale la pena detenerse en los aportes más significativos en papel. Doce ilustraciones para un libro de la checa Marie Cermínová (1908-1980) se hacen admirar. Su prístino surrealismo, la fuerza expresiva de su imaginería propia saben manifestar, por intermedio de un repertorio inocente de aves, niños, conejos y zorros, una ironía agresiva, capaz de las sugerencias crueles de quien ha vivido el horror de dos guerras mundiales. Sumemos a ella ocho xilografías de Arp; el dibujo del rumano Hérold, Mujer con guindas; a nuestro Haroldo Donoso, con firmes tintas que ilustran un poema de Breton y con tres collages cercanos a Ernst. Los resultados del reciente Concurso Nacional de Grabado Marco Bontá cuelgan en el contiguo MAC. Su capacidad de convocatoria obligó a exhibir casi la mitad de las obras participantes. Aunque la calidad general se observa desigual, hallamos mucho nombre nuevo, algunos dignos de recordarse.
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"HILOS DE AMÉRICA"
Textiles de siete países hispanoamericanos, donde se incluyen los insuperables tejidos de Paracas.
Lugar: Centro Cultural Palacio La Moneda.
Fecha: Hasta el 16 de julio.
"PAPELES SURREALISTAS"
Dibujos novedosos y algunas pinturas conocidas de la colección de nuestro principal museo.
Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes.
Fecha: Hasta el 23 de junio.
"CONCURSO NACIONAL DE GRABADO MARCO BONTÁ"
Muchos participantes y logros desiguales.
Lugar: Museo de Arte Contemporáneo, Parque Forestal.
Fecha: Hasta el 26 de mayo.