Da gusto ver el optimismo, la energía y la voluntad que Evo Morales pone en todo lo que hace. Evo jugando fútbol, Evo inaugurando caminos, Evo entregando casas y títulos agrícolas, Evo subiendo y bajando de helicópteros y aviones... En cada una de esas actividades parece poner el alma. "Estoy casado con Bolivia y debo hacerla feliz", dijo en una entrevista. Y como el matrimonio es para toda la vida, Evo está decidido a gobernar por muchos años más.
Su próxima meta es la reelección en 2014, y tiene sus razones: es el primer líder indígena que llega al poder en la nación altiplánica; nadie iguala su popularidad; la oposición es casi inexistente, y, además, se siente el heredero del socialismo bolivariano chavista que, según él, ha liberado a los pueblos de la opresión de la "oligarquía" y del "imperio".
Su aprobación supera el 60% (70%, dice el gobierno) y hace esfuerzos evidentes para que no caiga. Desarticula hábilmente las movilizaciones que lo perjudican y magnifica su política social. Acaba de decretar un incremento del salario de todos los trabajadores. La economía boliviana lo ayuda: hay un crecimiento sostenido, el ingreso per cápita se ha incrementado, la pobreza y la extrema pobreza han disminuido en más del 20%, lo que permitió a un millón de personas incorporarse a la clase media, aunque casi la mitad de la población sigue siendo vulnerable. Todo esto, gracias a los hidrocarburos -87% de los ingresos por exportaciones-, nacionalizados en 2006, y a que los precios internacionales del petróleo y del gas están por las nubes.
Todo el empeño que ponga Evo será inútil si no consigue una interpretación de la Constitución que lo favorezca. Por ahora, la norma dicta que no puede aspirar a un tercer gobierno. "Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución (de 2009) serán tomados en cuenta a efectos del cómputo de los nuevos períodos de funciones", dice una disposición constitucional transitoria, pero el Presidente no quiere que se le aplique. La discusión debe zanjarla en mayo el Tribunal Constitucional.
Por ahora, todo vale para convencer al pueblo de que él merece seguir gobernando. En ese contexto, nada más rentable que enarbolar el tema marítimo. La presentación de una demanda en La Haya es un componente clave de su estrategia para quedarse en el Palacio Quemado. Asimismo, la elección del ex Presidente Eduardo Rodríguez como agente fue un buen golpe para neutralizar a un rival y aglutinar a todos los bolivianos. Cada vez que Morales habla sobre una salida al mar o lanza improperios contra Chile o el Presidente Piñera, su popularidad da un tremendo salto. Es justo lo que necesita para manejar cualquier conflicto social que dañe su capital político y, por ende, las opciones para reelegirse.