El vendaval que ha animado a la oposición la última semana con el arribo de Bachelet al país, ha dejado más a la vista un desentusiasmo pasivo en las huestes de la Alianza.
Los mismos candidatos Allamand y Golborne han hablado del "derrotismo" tan clásico de la derecha, al cual tratan de doblar la mano y para el que tienen diagnósticos varios, pero que "no ayudan a pagar".
En el mundo de Allamand escuché decir que es lo que hay que esperar de la derecha, puesto que es gente que no tiene incorporado lo público a su ADN; se sienten más cómodos en el mundo privado, pero cuando conocen lo público se entusiasman y algunos se comprometen. En el círculo de Golborne analizan el comportamiento derrotista como el de personas que muchas veces lo han tenido todo en la vida, que no les ha tocado luchar contra lo imposible, y por eso son menos optimistas; lo contrario de las vivencias y experiencia del propio candidato.
Que la sensación en el ambiente existe, pero que se puede revertir -más allá de optimismos irracionales-, es lo que me trataron de transmitir mis interlocutores de esta semana. Argumentos tienen. Fuerza y ganas también.
De dónde sacan esa energía les pregunté a los jefes de campaña, obligados a tenerla y transmitirla.
José Ramón Valente , de la candidatura Golborne, me respondió derechamente:
"A la gente optimista le dicen que es ingenua y me lo han dicho. Pero en este caso, el optimismo nace con la convicción de que cuando las cosas se hacen bien, eso tiene que permear a la gente. Es difícil pensar que nadie se dé cuenta que hoy (el país) está mucho mejor que hace tres años y medio. No es cosa solo de números difíciles de digerir: hay realidades".
Cosa aparte son los cientos de iniciativas que no han alcanzado a madurar en cuatro años "y que sería una pena, que después de tanto esfuerzo, terminaran en un borrón y cuenta nueva... en un paréntesis, como ha dicho la oposición".
Por eso es que Valente piensa que el Gobierno se debe involucrar con todo en que la Alianza tenga un nuevo período. Y cuando le comento que se dice que el Presidente estaría mirando más bien para el período siguiente, me dice que eso es un "chisme de la élite".
Valente mira los acontecimientos de los últimos días y no se sorprende de la omnipresencia de Bachelet. "Son fenómenos mediáticos que se refuerzan" y que se explican con las características personales del personaje: "simpática, agraciada, empática".
"Hoy sería muy difícil que alguien opinara mal de ella. Sin embargo, cosa distinta es cuando esas personas que le tienen simpatía se enfrentan al minuto de votar".
El tema más de fondo que Valente me expone va a la renovación de la política.
Ve que la derecha en Chile se renovó; hoy es liberal, cree en la competencia, en la igualdad de oportunidades, en las economías abiertas. La izquierda, en cambio, no. "Los Girardi, Andrade, Vidal, son los que concentran la mayor cantidad del poder, y esos no se han renovado".
En los meses que vienen recién la gente irá metiéndose en el tema electoral y tomando decisiones... "Y entonces, como no son tontos, verán, por ejemplo, que Michelle Bachelet ridiculizó al Presidente Piñera cuando se comprometió con un crecimiento del 6% y la creación de un millón de empleos. Dijo que era imposible; que ella no podría hacer una promesa así de incumplible. A confesión de parte, relevo de prueba".
Juan Carlos Jobet , lugarteniente de Andrés Allamand, siente el pesimismo de su sector. Frente a eso, dice, hay que exponer las razones por las cuales creen que las elecciones de noviembre serán otra vez muy peleadas, pues eso trae adrenalina.
"Cuando uno conversa con gente, el escenario que más proyectan es que va a ganar Bachelet. Son muchos los que mueven sus piezas, hacen sus apuestas y toman sus decisiones en ese entendido. Están también los que piensan en un Congreso de oposición y sobre esa base deciden si ir o no de candidatos". El origen está en las encuestas; "sin embargo, las encuestas son muy mentirosas", más bien hay que atenerse a las últimas elecciones, todas muy ajustadas, y no hay razón para pensar que eso no vaya a ser así esta vez. "Una cosa es la adhesión y el afecto que le tiene la gente a Bachelet, pero dentro de la urna pesarán otras cosas".
Por muy emocionales que sean las votaciones, cree Jobet que llegado el momento de las decisiones, las personas no solo la mirarán a ella sino a sus acompañantes y las tensiones que los cruzan. "Va a ser un desafío terrible alinear a la Concertación y a los nuevos grupos que quiere incorporar. La convivencia entre comunistas y decés no es un círculo fácil de cuadrar".
Como lo ha venido haciendo últimamente el candidato, cree Jobet en que un factor de encantamiento debiera ser el propio Gobierno, "a medida que se vayan viendo y sintiendo las obras de estos años".
"Allamand cree que no hay que tener complejos para defender la obra del Gobierno y nuestras ideas con convicción. Cree que hay que decir derechamente, por ejemplo, que no es razonable ni justo que todos los niños, también los ricos, vayan gratis a la universidad".
En este sentido, y más para callado, me comentan que la evaluación negativa del Gobierno no tiene por qué transmitirse a los candidatos, desde el momento en que está dada por factores muy propios: mal manejo de expectativas, exitismo, arrogancia y la soberbia que muchas veces han acompañado al Gobierno.
Minuto a minuto, paso a paso, siguen desde las candidaturas de la Alianza estos primeros días de la candidata Bachelet en Chile.
La puesta en escena de la llegada a Pudahuel es catalogada por todos de magistral.
Sin pelos en la lengua, sin embargo, la coordinadora de la candidatura de Golborne, Luz Granier , expresa su sorpresa por la cobertura mediática que tuvo ese primer día, cuando los canales de TV interrumpieron sus matinales para dar la llegada de Bachelet, y su primera actividad, esa noche, fue cubierta con una verdadera cadena voluntaria de televisión.
Pendientes de los aciertos y de los errores, en los comandos han hecho un ranking abundante de estos últimos. Enumeran: que no conteste preguntas está sacando mucha roncha en la prensa; que la cerquen los guardaespaldas y la saquen por detrás en los actos es algo que no se ve bien en una candidata que se dice ciudadana; su discurso sobre educación no se diferencia de lo que prometió el 2005 y no pudo cumplir. Y lo más comentado: la aparición ante la prensa el jueves bruscamente interrumpida al cabo de un par de minutos con un "paso" para no responder. El asunto fue trending topic por largo rato en las redes sociales.
Igualmente miran el clima de conflictos en cadena que se ha instalado en el país en estas últimas horas -desde los puertos a los estudiantes- y prevén que puede tener un efecto adverso para la recién llegada.
Enfrendata al tema del desentusiasmo, Luz Granier pone sobre la mesa otro elemento para recordar. "Yo creo que el principal error fue haber salido del gabinete en noviembre. Se necesitan dos para bailar tango, entonces no era cosa de poner a los candidatos en la calle; se necesitaba que la gente estuviera en onda de campaña. De lo contrario, nadie iba a sintonizar. Nos tiraron a la calle a disputarnos un minuto de televisión, que la única manera de conseguirlo era peleando. Y en eso llevamos ya cinco meses".
A la hora de revertir la mala onda en cada candidatura ponderan las mejores condiciones de su abanderado.
"Creo que todo eso se va a revertir", afirma Granier.
"Bachelet está muy arriba en las encuestas porque logró tocar el corazón de la gente. Pero en ese terreno, Laurence le empata y le gana, por lo que he podido ver en sus contactos con la gente".
"Primero hay que ir a lo emocional. Después, que la gente abra sus oídos".
Desde la vereda de Allamand están convencidos de que no hay que jugar en la cancha de los encantos de Bachelet porque ahí ella es imbatible. Por eso muestran a su candidato "comprometido con lo público por toda una vida; esa seriedad hace que Andrés gane mucha adhesión".
Pablo Ortúzar, joven antropólogo que comenzó a dar que hablar luego de su intervención en la última Enade, se sumó a los equipos programáticos de Andrés Allamand, y no me equivoqué cuando pensé que tendría algo original que aportar al tema del derrotismo.
Muy resumidamente, este hombre que desprecia la política, pero que sintió el deber de estar ahí desde el 2011, tiene la idea de que "la derecha es básicamente pesimista siempre, y ese pesimismo está muy vinculado a la ausencia de trabajo intelectual".
Por el contrario, sostiene, la izquierda tiene buenos analistas y construye diagnósticos que favorecen los programas que impulsan y que descolocan a sus contendores.
Hoy, sin embargo, piensa que esa Concertación que nació de un proceso reflexivo de los años 80, lo que está haciendo es enterrarse con la candidatura Bachelet, "con la mediocridad intelectual y política que ha alcanzado. No hay nuevas ideas, no hay una propuesta, solo un agarrarse a la figura de Bachelet".
En la derecha, en cambio, ve que algunos, estando en el gobierno, lograron darse cuenta del valor de las ideas. "Durante 20 años estuvieron atajando goles sin desarrollar una idea de país y terminaron hablando de PIB, de indicadores económicos, que son muy importantes, pero no tienen un horizonte de realización política. Aumentar el PIB no es una promesa de civilización".
La derecha es como el mecánico, sostiene. "Cuando el sistema falla, al que se llama al rescate sería a la derecha, que fue exactamente por lo que llegó a gobernar. Como el período Bachelet fue desastroso en términos económicos, se la llamó para que arreglara el motor. Pero ahora hay gente que piensa que mejor vuelva la izquierda, porque la derecha gobernando es muy aburrida, no ofrece horizonte político ni tiene mayor cuento".
Contra eso es que estos nuevos jóvenes intelectuales de derecha están luchando; para que su sector pase de ser un mecánico del sistema económico a tener un horizonte político. "Es un proceso largo, como todos los procesos sociales".
Que la sensación de "derrotismo" está en el ambiente, pero que se puede revertir -más allá de optimismos irracionales- es lo que me trataron de transmitir mis interlocutores de esta semana. argumentos tienen. fuerza y ganas también.