La liberalización de los contenidos que los nuevos ejecutivos de Mega se han afanado en publicitar tiene en "Ojo con clase" -el nuevo espacio estrenado la noche del miércoles- su mejor expresión. La versión local del docurreality "Queer eye for the straight guy", donde cuatro homosexuales expertos de belleza y estilo asesoran a un heterosexual carente de ambos, claramente marca un cambio para la señal, que en su antigua propiedad (grupo Claro) siempre se negó, por ejemplo, a exhibir campañas de prevención del sida.
Ese solo cambio de look bien vale una celebración. ¿Por qué? Porque acá la antes temida "diferencia" no sólo no se oculta o se muestra como algo digno de personajes de humor, sino que se quiere exaltar en una medida más justa, aquella donde los talentos personales son los que llevan a cada personaje a destacar.
Es cierto que hablar de la experticia de los gays en temas e moda o estilo es uno de los estereotipos más extendidos que hay, pero no hay que perder de vista que ni siquiera esa convención tenía presencia en este canal.Con todo eso a favor, "Ojo con clase" bien podría ser un aporte a la igualdad local. Porque a un formato televisivo tan conocido -antiguo, por lo demás- sólo se le puede pedir revitalización. Un propio fashion emergency que lo acerque a esta realidad.
Y en ese sentido, el capítulo de debut tuvo el logro de conseguir un buen invitado, pero falló en la caracterización de un grupo de expertos donde todos buscan desesperadamente hacer reír -el único realmente divertido es el encargado de la decoración- y donde el presupuesto de producción se nota limitado, ya que se dedica más tiempo y energía a la eliminación de lo que sobra que a la construcción de un verdadero nuevo estilo para el heterosexual. En ese sentido, los consejos escritos en posproducción gráfica son más aporte que las bromas que los conductores insisten en hacer.
Quizás algo más de seriedad, clase o elegancia le vendría bien a este show, que puede aportar mucho más que humor.